El interiorismo se considera un sector en crecimiento, aunque el hecho de hallarse en franja de mercado de servicios cercana al lujo motiva que repercutan sobre él los altibajos de la economía. El sector de la construcción han sido tradicionalmente un barómetro fiable de la economía de un país y cuando este sector económico se ha visto afectado por una recesión, el sector del interiorismo ha sufrido en consecuencia. Sin embargo, este hecho no debiera desanimar a nadie a la hora de elegir el interiorismo como profesión, puesto que el sector ofrece excelentes oportunidades de desarrollo profesional y especialización. Es más, las aptitudes prácticas y creativas que se adquieren durante el proceso de formación capacitan a los graduados para encontrar empleo en campos muy variados.
El papel del interiorista
El papel del interiorista ha sido definido por la Internacional Interior Design Association de la siguiente forma:
Mediante su formación, experiencia y titulación, el interiorista profesional debe estar capacitado para mejorar la función y cualidades del espacio interior. Con el fin de mejorar la calidad de vida, aumentar la productividad y proteger la salud, seguridad y bienestar del público, el interiorista profesional:
analiza las necesidades del cliente, sus objetivos y exigencias vitales y de seguridad;
integra sus conclusiones y sus conocimientos como interiorista;
formula ideas de diseño preliminares que resultan adecuadas, funcionales y estéticas;
desarrolla y presenta una serie de recomendaciones finales de diseño de forma apropiada sirviéndose de los medios adecuados;
prepara los planos de obra y especificaciones de los elementos constructivos no portantes, materiales, acabados, planificación del espacio, mobiliario, instalaciones y equipamientos;
colabora con los servicios ofrecidos por otros profesionales cualificados en áreas técnicas de mecánica, electricidad y cálculo de estructuras, tal y como exigen las normativas;
elabora y administra las ofertas y los contratos en calidad de agente del cliente;
revisa y evalúa las propuestas e diseño durante el desarrollo del proyecto y hasta su finalización.
El trabajo de un interiorista es polifacético. Para poder hacer frente a esta circunstancia, el diseñador necesita ser eficiente y disciplinado, poseer cualidades comerciales, así como ser flexible, creativo y poseer sensibilidad artística. El interiorismo es un sector orientado al público, lo que implica la colaboración no sólo con los clientes, sino con otros profesionales, especialistas y proveedores, por lo que es vital que el diseñador sea un buen comunicador.
El decorador tiene un papel similar al del interiorista, pero su trabajo se enfoca fundamentalmente a la disposición del mobiliario, los colores, el estilo, la búsqueda y aplicación de los materiales y acabados. Un decorador puede planificar la distribución del mobiliario, pero nunca se ocupa de una planificación espacial a mayor escala. En los grandes proyectos, el decorador puede formar parte de un equipo dirigido por un arquitecto o un interiorista, o puede dirigir su propio proyecto centrado fundamentalmente en el aspecto decorativo; sin embargo, no está cualificado para encargarse de la supervisión de ningún tipo de obra.