Son muchos los aspectos que deben tenerse en cuenta para completar una mesa y hacer que está luzca perfecta. Entre ellos, resulta fundamental la existencia de una vajilla, una cubertería y también, de una cristalería brillante y cuidada.
Cuidar de las piezas de tu cristalería cada vez que tengas que utilizarlas te asegura, en primer lugar, una perdurabilidad mayor de las copas y los vasos y, por otro lado, despertar la admiración de los comensales ante unas piezas de cristal bonitas y sin defectos. Cuanto más esmero pongas en esta empresa, mucho más vistosa quedará tu mesa.
Cristal, bello pero delicado
Nadie duda de la gran distinción del cristal pero, de la misma forma, todos conocemos su extraordinaria fragilidad. Muchos fabricantes admiten la posibilidad de lavar sus piezas de cristalería dentro del lavaplatos, no obstante, si el material es muy delicado y no tenemos la seguridad de que nuestro electrodoméstico respete las piezas, es mejor optar por lavarlas a mano.
Se empleará agua caliente y se frotará sin hacer excesiva fuerza con una esponja suave y unas gotas de lavavajillas poco agresivo. Este método manual asegura un mantenimiento de la cristalería al margen de posibles rayaduras, mientras que el cristal conservará su transparencia por más tiempo. Un truco para que el brillo del cristal se multiplique, es añadir unas gotas de vinagre cuando estemos aclarándolas en la pila. Para secarlas las dejaremos boca abajo en el fregadero: nunca utilizaremos un trapo.
Clásico vs. moderno
A la hora de adquirir una cristalería, nos asaltan varias dudas: ?con color o transparente?, ?con formas clásicas o vanguardistas? Los especialistas en protocolo recomiendan el empleo de formas tradicionales, ya que diseños demasiado modernos, podrían equivocar los fines de las copas, llegándonos a preguntar cuál es la copa de agua y cuál la de vino. En cuanto a los colores, la apuesta por las tonalidades es arriesgada y puede dar mala impresión si la ocasión es demasiado formal.
Básicamente, podríamos establecer tres copas que nunca deberían faltar: la de agua, la de vino y el champán. Tanto la de agua como la de vino son de boca ancha, pero la de agua es más grande que la vino. Por su parte la de champán es alargada y estrecha. A veces, se incluye en las cristalerías otras copas como las especiales para vino blanco, cerveza, jerez, coñac y otros licores.