Ellos mismos nos han contado que se trataba de un proyecto muy especial, donde el gran reto era renovar una casa con 300 años a sus espaldas. Por un lado, era básico preservar su historia y convertirla en un refugio junto al mar. Precisamente debido a esa ubicación se ha cuidado la luz (toda la vivienda está pintada en blanco), se han usado fibras naturales, como el ratán o el esparto, y el azul está presente en casi todas las estancias.
Según nos comentan desde el estudio de diseño, el cambio más radical lo ha vivido la cocina, que se abrió al salón y al comedor. Una fórmula que siempre funciona si buscamos espacios amplios y con mucha luz. Luego la laca blanca en contraste con el negro de la encimera, le da un aire muy moderno, aunque integrándose con el resto de la decoración.
Para el mobiliario, como no podía ser de otra forma, se han restaurado algunas piezas de la casa original para no perder la esencia. El resto está diseñado a medida, para poder aprovechar al máximo el espacio. Algunos detalles como las lámparas de estilo mediterráneo o los cabeceros son dignos de mención.
Aquí os dejo algunas imágenes del antes y después para que podáis apreciar mejor la diferencia. ¿Qué estancia os ha gustado más?
Todas las imágenes pertenecen al estudio de interiorismo Dorm Living.