El efecto degradado o degradé apareció en la decoración hace unos años a través del DIY como forma de redecorar antiguos muebles (principalmente cajoneras o mesitas pintadas en escalera de color), pero en los últimos tiempos esta técnica ha dado el salto para convertirse en un recurso decorativo más y con el que podemos obtener resultados sorprendentes.
Lo encontramos en textiles, mobiliario y pequeños objetos decorativos, pero sin duda el efecto más impactante se obtiene aplicando esta técnica sobre muros. Si queremos pintar las paredes en un degradado perfecto, lo mejor es que nos pongamos en manos de un profesional, no obstante existen multitud de tutoriales en la red donde nos explican paso a paso cómo lo podemos hacer nosotros mismos, aunque lo cierto es que no parece sencillo. Otra opción muy recomendable es sustituir la pintura por algún mural de papel pintado con efecto degradé. Podemos elegir entre gran variedad de modelos, y nos garantizamos que el acabado sea perfecto, de hecho la gran mayoría de las imágenes que circulan por la red con paredes en degradado, son papel y no pintura.
También podemos simular este efecto con otro tipo de revestimientos, como en estos ejemplos en los que se han colocado azulejos en diferentes tonalidades formando un mosaico en degradé.
Un resultado igual de sorprendente se obtiene al aplicar esta técnica en cortinas. Colocando siempre el color más oscuro en la parte inferior de la misma, podemos dar un aspecto actual y diferente a los clásicos visillos.
Si aplicar el degradado a cortinas o paredes os resulta demasiado impactante, podéis probar con pequeños objetos decorativos, como lámparas , cojines, jarrones,etc. O bien dar un toque de color a las alfombras o la ropa de cama.
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