Cinco, seis años como mucho y la palma llena de chuches.
A principios de los 70"s, el Domingo de Ramos se estrenaba ropa. Se preparaba la Semana Santa austera pero con torrijas de Viernes Santo.
"Domingo de Ramos, quien no estrena nada se queda sin manos".
El Domingo de Pascua solía amanecer soleado y en esa época a España no había llegado el conejo, aquí llevábamos la palma, la versión infantil del ramo de olivo que se llenaba de chucherías para tomar al salir de misa.
Mi madrina tía Chon, en esa época abducida por el espíritu de Coco Chanel y que os mostraré en un futuro post (palabrita), me cosía cada año un vestido primoroso que yo ansiaba estrenar.
Manga corta aunque en la mitad Norte siempre hacía un frío pelón, rebequita y calcetines a juego.
Una monada.
Después del atracón de dulce a media mañana, la palma quedaba desnuda con su lacito en la copa, entonces las madres la ataban a la reja del balcón donde permanecía hasta el próximo año protegiendo la casa de rayos y truenos.
Y esto es literal.
De aquellos recuerdos en blanco y negro rescato la ilusión, la recreación de aquel colorido dominical en los huevos que pintamos años pasados aquí happy easter.
Por eso este viernes, sólo tuvimos que rescatar una huevera que andaba camino del contenedor de cartón.
Si te apetece ver alguna receta dulce visita esta entrada easter muffin.
Otros post con el tema aquí easter rabbit.
Una y sólo una mano de pintura de tiza en color gris (Americana Decor col. Vintage) y un lacito de tela, eso sí muy primoroso, para llevarlo donde Marce como cada viernes a su fiesta de enlaces en el finde frugal.