Estuve pensando en montar un día llamado San Cipriano, el día de los que aman, ya que, al fin y al cabo San Valentín solo sirve para aquellos que su amor es correspondido...
Pues bien, veamos como lo hacemos, creo que es fácil, empezaremos por hablar con el Corte Inglés, en segundo lugar tratemos de convencer a la gente de que amar de forma altruista no es malo, algo locuaz, pero no malo. Yo quise a mi periquito, pero ya murió.
Tercero, cambiemos las tornas. En vez de comprar corazones de tamaño de camiones, o bombones, o piruletas corazonadas, o un sin fin de mariquicursilerías; hagamos que ese día sea agradable, divertido y sobretodo memorable. Porque no ama quien mejor compra, sino quien más entrega.
Haz de lo rutinario algo extraordinario. ¿Crees que es imposible? Regala una sonrisa cuando ésta no cuadre en una discusión, o en un despertar de izquierdas, o cuando las cosas no marchan a derechas, en fin, mil y una oportunidades donde sorprender con algo sorprendente, una sonrisa.
Y, después de todo esto creo que el Corte Ingles se va a tener que poner a vender sonrisas, porque como la gente se de cuenta de que verdaderamente esto funciona... San Valentín va la basura.
Feliz San Cipriano.