Las posibilidades del papel en el mundo de las manualidades es
inmensa, tantas como tipos de papel, texturas, gramajes, colores...
Hace poco compré un papel de hornear que me encantó por su color blanco
nacarado y su textura encerada. Enseguida pensé en utilizarlo para algún
DIY y lo primero que me vino a la cabeza fueron las maravillosas
creaciones de Marjorie Colas, evocadoras y llenas de encanto.
De entre ellas, siempre me fascinaron sus farolillos para velas
de té con luces led y me dispuse a hacerlas a mi manera con el
nuevo papel de hornear.
El papel viene en pliegos del tamaño del hueco de la bandeja de horno.
Lo doblé a lo largo y empecé a cortarlo en tiras de medio centímetro.
Podría hacerse con tijera pero sería un trabajo ímprobo y los cortes
no quedarían tan perfectos.
Yo utilicé una cizalla de rodillo que me traje hace tiempo del estudio
de mi padre y que es muy útil para manualidades con papel.
Señalicé con washi tape el tope del corte y fui haciendo tiras.
Señalicé a la mitad y dividí en dos la pieza.
Puse cinta adhesiva de doble cara en la base y uní los extremos.
Ya sólo quedaba peinar los farolillos y anudarles un cordón en
la parte superior.
La parte más difícil estaba hecha. Ahora sólo tenía que buscar las
velas de té electrónicas guardadas en algún recóndito lugar
de mi pequeña casa. Tan recóndito que no las encontré.
Lo que sí encontré fue una vela electrónica de formato clásico.
Tras rezar infructuosamente a San Cucufato y preguntarme de
qué sirve ser compulsivamente ordenada, me decidí a hacer
otro farolillo con la vela encontrada.
En este caso doblé el papel a lo ancho de manera que las tiras fueran
más largas y, en vez de anudar un cordón, puse tres.
Y con los tres farolillos (dos sin luces que tendréis que imaginar) monté
un pequeño y romántico rincón ideal para tomar una copita de
cava y festejar San Valentín que ya está a la vuelta de la esquina.
La tarjeta de felicitación es de el tarro de ideas:
divina, ¿verdad?