Hace tiempo que no os traigo un icono del diseño bajo el brazo, y eso que es una de las secciones principales de The Deco Soul. Este fin de semana cuando nuestra anfitriona de la semana Carmen de @decoralinks nos propuso como temática del reto #lomust Decotrends 2020, la Lámpara Milá apareció de nuevo en mi vida. El reto de esta semana, consistía en presentar que tendencia incorporarías en tu casa y cuál no incorporarías ni muerto, entonces buscaba espacios en tonos naturales combinados con blancos y que incorporarán una tendencia que me encanta; las plantas XXL y recordé la reforma del Restaurante Barceloneta que tiene ese rincón espectacular que os dejo como imagen de cabecera y que aúna todos los requisitos que estaba buscando para el reto.
Y ahí está, ¿Ves la protagonista del post de hoy? Venga, quédate que te cuento un poco más.
Hace un tiempo os había hablado de otro diseño de Miguel Milá, la lámpara cesta. Sus lámparas, sus sillas de caña o sus icónicos bancos barceloneses forman parte de nuestro imaginario sin casi darnos cuenta de ello, diseñador pre-industrial, interiorista, inventor y bricoleur, inició su carrera en los años 50 siendo uno de los pioneros de la disciplina en España su obra es amplia, atenta siempre a las necesidades humanas y con un profundo sentido de la funcionalidad y de la estética. Pionero del diseño español, recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2016.
La lámpara Milá se diseñó en 1961, y es el trabajo preferido del diseñador puesto que "Explica exactamente lo que soy". TMM es el nombre formal, obtuvo el Premio de la crítica (Barcelona 1962) y es tal vez su obra más celebrada. Miguel Milá consiguió separar de forma sencilla y funcional los tres elementos esenciales de toda lámpara:
Su estructura: Una base en forma de aspa, sostiene el primer tramo de sección cuadrada que muda a circular al llegar a su punto medio.
Su pantalla: Desde el punto medio de la estructura se desplaza la pantalla arriba y abajo, pudiéndola retener a la altura deseada con una simple goma tórica.
Sus componentes eléctricos: A la vista, estéticos y que un usuario puede ensamblar como el resto, con extrema facilidad.
El tiempo embellece la lámpara, y la vida útil de este objeto será larga. La sencillez y nobleza de sus materiales es lo que ayuda a esta resistencia, puedes escoger entre una gama de cinco maderas distintas para su estructura y dos colores de pantalla: Blanca o beige.
De la lámpara TMM, nace en 1996 la TMD como una lampara de sobremesa. Se cambia la madera por el metal, y los pies en aspa por una base circular menos intrusiva, pero se mantuvo el ingenioso sistema de una goma tórica para fijar la pantalla a la altura deseada, así como el gesto de encenderla y apagarla estirando del cable. Una arandela metálica en el fuste recoge y orienta ese cable, integrándolo en el conjunto. Y su pantalla, de elegante lino blanco, hace que su luz templada acomode su alrededor. Esta combinación de materiales y formas consiguen que, aún apagada, la TMD aporte calidez al espacio.
Aunque en 2005 Santa & Cole produce también su versión de pie.
Celebrando el cincuentenario de su extraordinario diseño, Santa & Cole presentó en 2011 “la última y definitiva edición”, según su autor, de la lámpara TMC. Recupera ahora algunos detalles de su variopinta vida productiva, como el grosor y la calidad del material metacrilato de su pantalla o su forma estrictamente circular, pero también incorpora nuevas soluciones al sistema sube-y-baja de la misma, siendo ahora liso y continuo el fuste superior, regulando simplemente su altura mediante la fuerza de un imán. Una obra maestra, definitivamente inmejorable.
"No.
No estás trabajando desde casa.
Estas en casa, en medio de una crisis, tratando de trabajar.
Y es una distinción importante de hacer"
@omundoaoreves
Es así, y hay días en los que no me apetece hacer un presupuesto, o no me apetece escribir o no tengo ganas de crear, de dibujar. El trabajo creativo es así, te bloqueas y en estos momentos en que la ansiedad y la incertidumbre es algo que te acompaña día a día encima no voy a castigarme por ello. Esta cuarentena para mí está significando un incremento de tareas que me autoimpongo en casa, la última ha sido hacer trabajos de albañilería en casa: He lechado todas las juntas del baño, cocina y terraza con mortero hidrófugo negro ¡y ha sido una paliza mortal! aunque el resultado ha merecido muchísimo la pena.
Sabes que la semana pasada después de 48 días en casa salí a la calle a trabajar, con un montón de nuevas sensaciones bajo el brazo. Miedo era la principal, y tengo salud. No soy grupo de riesgo, no... pero ese miedo no es por mi, es porque por mis circunstancias personales (que no voy a ponerme aquí a explayar) no quiero coger el virus y contagiar a los de mi casa. Los humanos somos muy muy egoístas, y a estas alturas de la película no voy a contarte nada nuevo. No sé si algún día recuperaré la esperanza en nuestra especie, en que podemos cambiar, eso lo he terminado de perder durante esta cuarentena; tenemos lo que nos merecemos, ni más ni menos.
La gran mayoría no lleva mascarilla, no respeta el confinamiento; baja al perro 10 veces cuando antes lo bajaba 3 o 2 como mucho, no respeta las distancias, no entiende de horarios y cómo puede salir a la calle a pasear con sus hijos. ¿Total que más da? Por una vez que no salga con mascarilla, por un minuto que no respete la distancia de seguridad, si estoy en mi casa los 3 niños mi marido mi perro y yo que más da que salgamos todos juntos a la calle. Somos egoístas y sí, si da. Algunos están arriesgando su vida por salvar la nuestra y también tienen familia, algunos están cumpliendo a rajatabla el confinamiento, algunos no han podido velar a sus muertos, algunos se han muerto, sí, si da. Yo me pongo la mascarilla para protegerte a ti, no a mi.
Así que desde aquí... desde mi humilde blog, por favor más empatía y más solidaridad.
Imágenes vía | Tarruella Trenchs | Miguel Milá | Santa Cole | Arquitectura y Diseño |
Este post ha sido redactado según el Código de Confianza C0C.
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