Las normas hay que aprenderlas, interiorizarlas y superarlas. No se puede dominar una disciplina si no se observan las normas, pero después de asimilarlas y adquirir la suficiente seguridad, las normas hay que romperlas.
En decoración sucede lo mismo, la primera regla del estilo es la autonomía de criterio, más allá de las normas. Es la única fórmula de diferenciación. Lo que ocurre es que esa obsesión por la diferenciación puede ser un arma de doble filo. Uno puede convertirse en un snob y la petulancia también se traslada a la decoración. Y al fin y al cabo, ser vulgar, ser común, no tiene nada de malo. Es más, puede ser una actitud más auténtica que la de ser siempre un transgresor.
Ahora bien, si decidimos ser de los que copian, de los que sólo pintan las paredes negras cuando las hemos visto en todas las casas de nuestros vecinos, jamás captaremos esas emociones que decíamos al principio. Si no nos importa, fantástico.
Pero si queremos encontrar esa aura estética que nos de impacto, entonces tendremos que empezar a arriesgar y a innovar y olvidarnos de copiar tendencias demasiado trilladas. No significa que no podamos inspirarnos. Nadie inventa nada, todo forma parte de un proceso y al final todas las tendencias son resultado de pautas anteriores. Así que fijarnos en otros que hacen cosas que nos gustan es perfectamente aceptable. Pero es mucho mejor si lo utilizamos para encontrar nuestra propia voz, nuestro estilo.
Experimentar es el camino, partir de esos modelos tan atractivos e intentar componer nuestros propios espacios. La mejor fórmula, romper las reglas, dejarnos llevar por nuestros impulsos y descubrir nuestro propio estilo en esas rupturas. ¿Empezamos?
Podéis acceder a todas las fotos y a sus fuentes originales en el tablero “Deco trends” de Ebom en Pinterest.
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