Este fin de semana fue de esos que permiten disfrutar un poco de todo y,
aunque pasó más rápido de lo que hubiera querido, mantengo esa sensación
que aportan los días de descanso.
El sábado nos levantarnos cuando el reloj natural decidió que ya era
el momento y nos regalamos un desayuno que bautizamos de
internacional.
Tras las vacaciones nuestra despensa guardaba delicatessen llegadas de
diferentes destinos nacionales y extranjeros que decidimos probar en un
desayuno tardío, lo que ahora se viene denominando un brunch:
breakfast (desayuno) + lunch (almuerzo).
De nuestro viaje habíamos traído chorizo de reno, alguna conserva y queso
con un cortador de diseño noruego ideal para obtener lonchas muy finas.
Pero no pude traer salmón ni crema de huevas de bacalao por necesitar
refrigeración. Éstas últimas con un sabor dulce/salado irresistible me
conquistaron, además de constituir un alimento muy sano.
Imaginé que en Ikea encontraría la versión sueca y, en efecto, los tubos
Kalles se han convertido en inquilinos asiduos de mi nevera.
Y no es la única crema de la que hemos disfrutado estos días, también
algunas que nos llegaron de Francia y sobrasada mallorquina artesana.
Y junto a la sobrasada unos tomates exquisitos para hacer pa amb oli,
especiales no sólo por su textura, sabor, facilidad para ser restregados en
el pan y conservación (pueden durar sin frigorífico hasta seis meses), sino
porque llegaron directamente del huerto de la familia mallorquina a través
de mi hermano mayor.
El abuelo Andrés (de Javier) nos trajo como todos los años varios botes
de conservas del Cantábrico.
No hay color, mejor dicho sabor, con las que consumimos normalmente
el resto del año.
Si a todas estas exquisiteces le añadimos un zumo natural, el desayuno
se convierte en un auténtico banquete de sabor y salud.
¿Os gusta la jarra en la que sirvo el zumo?
Pues es una regadera que encontré en Ikea por la que sentí flechazo
inmediato, además de tener un tamaño y un diseño que la hacen muy
práctica como jarra.
Un desayuno que acompañamos con panes de pueblo, kefir con
arándanos y ensaimadas.
Hasta la sobremesa su tuvo toque internacional, disfrutando el magnífico
libro Home Stories, recién publicado por la bloguera sueca Ida Magntorn,
que el viernes llegaba a casa y no encontraba el momento para saborearlo
tranquilamente (ya os hablaré de él con más detenimiento).
Así deberían ser todos los fines de semana, ¿no os parece?