Este verano he hecho mía la expresión "sobre la marcha".
Me he negado a hacer planes, a decidir sobre mis vacaciones, me
estoy dejando llevar.
Sin fechas ni viajes proyectados, sin plantearme si el blog se tomará
un descanso...
Javier volvió de Canadá y apenas si estuvo unos días en casa para
volver a irse, esta vez con destino a la playa.
Y yo, finalmente, decidí ir a recogerlo y poder pasar así unos días
junto a él y a los míos, unos días de desconexión y descanso.
Fuera ordenador y hasta cámara, sólo el móvil y sólo
actualizando Instagram.
De ahí que lleve días sin postear.
Días dedicados al dolce far niente, como recordaba nuestra
amiga Pi de Mis cosas favoritas.
A conversar y compartir con familia y amigos, jugar con los
pequeños, disfrutar del agua, pasear, celebrar...
Y también dulces momentos de relax e intimidad, leyendo, escribiendo...
Javier trajo souvenirs de Canadá para todos, la mayoría con los
símbolos y colores del país y, cómo no, muchos imanes.
Este año la familia con la que ha estado compartía muchos de mis
gustos y Javier aprovechó para comprar mi regalito en uno de los
garage sale a los que solían ir.
Un lindo portavelas de metal con una vela de olor a mora que me encanta.
Y unos lindos caramelos de colores que, además de ricos, son un
gusto para la vista.
He aprovechado estos días para retomar una actividad
dejada hacía tiempo: escribir.
Saqué el viejo cuaderno donde improvisaba mis primeros poemas,
siempre a mano, con boli y papel: soy incapaz de escribir poesía
en el ordenador.
Me regalé un dulce momento releyendo, disfrutando un té y alguno
de esos lindos pecaditos canadienses.
Seguramente seguiré así, sobre la marcha, el resto del verano...
Dejándome llevar, viviendo el momento.
Espero que vuestro verano esté siendo igual de calmo
(si es eso lo que queréis, ¡claro!)
Besos