Una de las partes mas gratificantes de un interiorista es ver el resultado final y la gratitud de los clientes después de todo el proceso de obra y decoración. Y es que esta profesión estresante, con sin sabores y en ocasiones con bastante presión, tiene esa parte buena cuando admiras el antes y después de un espacio admirando el resultado. Una casa de campo reformada, un piso convertido en loft, o simplemente el orden y aderezo de un espacio que consigue transmitir un nuevo look y estilo.
Son todas y cada una de estas propuestas las que hacen que descubramos que un espacio que se convierte en único.
Por eso en esta casa de 1907 vemos el claro ejemplo de estilo y trabajo tras las manos de un interiorisa o arquitecto.
Y es que esta casa, cuesta verla como un espacio obsoleto ya que nos descubre la luz, el confort y el diseño a partes iguales.
Después del arduo trabajo de estudio y diseño el gratificante momento de ver la reforma terminada es uno de los mayores premios de un interiorista.
Un espacio en el que la combinación, el mantenimiento de acabados y materiales naturales hace que no se descubra como un espacio frío y si como un elemento en el que las estancias transmiten vida e historia.
Desde las plantas naturales, los colores fríos que lo integran o piezas tan únicas como esa mesa de comedor exterior que se llena de forma y vida hacen que ese aspecto campestre se mantenga intacto aun siendo una reforma actual.
¿Que os parece?
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