Esta fábrica que data de 1911 ya fue remodelada en los años 90 por su antigua propietaria, una diseñadora de interiores que convirtió un espacio diáfano y destartalado en una singular y preciosa casa de tres dormitorios, dos baños y un coqueto patio interior. En la reforma se respetaron muchos de los elementos originales de la construcción que hacen que siga conservando su estética industrial, grandes ventanales, suelos de madera de pino, estufas de hierro fundido o el ladrillo de las paredes que Saskia pintó de un blanco impoluto para conseguir así más luminosidad y utilizarlas de galería donde resaltaran mejor sus coloristas pinturas.
Un espacio donde se mezclan muchos estilos y que la artista ha ido decorando poco a poco con muebles restaurados y piezas de los años 30, 40 y 50, dándole su propio toque bohemio y convirtiéndolo en un lugar muy acogedor.
Fotografías: Derek Swalwell / vía: Inside Out
Si os gusta lo bohemio e industrial, os dejo con una pequeña selección de compras para conseguir un estilo similar ¡A ver si os inspira!
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¿Os ha gustado la vivienda de Saskia Folk?
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