Una escapada a Peratallada

Haces unos fines de semana me escapé a pasar dos noches a Peratallada, un pueblo de Girona. Nunca había estado pero había visto unas fotos muy bonitas del pueblo, así que cogimos el coche y nos fuimos para allí a ver qué nos encontrábamos.

La idea era descansar, pasear por el pueblo, visitar los alrededores (Pals, Ullastret...) y hacer una ruta de senderismo que había encontrado por Internet. No es que suela hacer senderismo, aunque me gusta, más bien es pura necesidad de preparación para el viaje a Vientam del que os hablé. Uno de los planes que tenemos para el viaje será pasar unos días en Sapa y hacer una excursión de dos días por las montañas. Mi estado físico, es cómo diría yo...nulo, más bien no tengo estado, por lo que si tengo que estar dos días andando por arrozales y montañas cuesta arriba debería haberme empezado a preparar hace años. Como llego un poco tarde para ello, intentaré estar en el mejor estado físico posible.Nada más llegar al pueblo intuimos la tranquilidad que pasaríamos, demasiada quizá. Fue un gusto recorrer todas las calles del pueblo en total soledad. Creo que no nos encontramos a ningún otro ser humano mientras recorrimos el pueblo; gatos un montón. Nada más llegar y dejar las cosas en el hotel fuimos en busca de un bar para tomar un café bien calentito, y por suerte encontramos una cafetería abierta. Casi nos hacen reverencias al vernos aparecer. En realidad no... fueron bastante secos, pero dada la falta de clientela y de que posiblemente ibamos a ser el único servicio en unas horas no hubiera estado de más. Había también un par de restaurantes en la misma plaza. Después, antes de cenar quisimos ir a dar una vuelta y tomarnos una cervecita pero esta vez no encontramos nada abierto, así que nos volvimos al hotel. Por suerte ibamos preparados para poder cenar. Reservamos intencionadamente en un hotel con cocina, así que nos montamos nuestra propia cena en el hotel, pasta a la carbonara, otra de las especialidades de mi pareja. La verdad es que no nos importa cocinar cuando nos vamos de viaje, por lo que siempre intentamos coger un sitio con cocina, y así ahorramos unas pelillas en vez de salir todos los días a cenar y a comer fuera. Y esta vez hicimos mejor que nunca, sino nos hubiera tocado coger el coche y buscar algún pueblo algo más grande para poder cenar. Eso sí, el último día antes de volver, vayamos donde vayamos, nos damos un homenaje. Nos ponemos bien guapos, cenita rica en un buen restaurante y paseo romántico.

Y así hicimos al día siguiente, la última noche. No teníamos todas con nosotros de que encontrar algo abierto. El pueblo tiene muchos restaurantes la verdad, pero en esta temporada o están cerrados o se turnan con el resto de restaurantes para abrir. Una pena la verdad, porque había restaurantes muy bonitos, con unas terrazas con muchas flores y muy bien decoradas (no pude evitar pegar los ojos a los cristales y chafardear). Así que al menos un restaurante abierto hay. Me parece comprensible. Es un pueblo de paso, aunque hay muchos hoteles, pero en invierno muy poca gente pasa por el pueblo y sobretodo mucho menos por la noche. De todos modos encontramos abierto un restaurante y no estuvo nada pero que nada mal. Se trata del Restaurante Can Nau.

Genial. Fueron muy amables, tanto que nos buscaron el mejor lugar para cenar, al lado de la chimenea. Qué placer! Fuera hacía tanto frío! Para empezar nos sirvieron un aperitivo de cortesía, mejillones marinados, qué delicia. De primero me pedí Boquerones de L"Escala... buf... pensaba que me pondrían 5, y había por lo menos 20, acompañados con un plato de pan de pagés con tomate que irresistiblemente terminé. Enric se pidió una crema de calabaza con setas que estaba buenísima, no había probado nunca la calabaza y creo que él tampoco. De segundo yo escogí los calamares a la plancha, y Enric, como no, carne, es muy carnívoro él. No faltó el vino y mucho menos el postre. Fue una muy buena noche.





Ese día habíamos hecho la ruta por lo que caímos rendidos a la cama. Si,si, 15 km andando, lo que para mi representaron 150. Eso si, con su lluvia, sus charcos de barro... Ah, ¿que no os lo he contado? Al viaje me llevé puestos mis botines de ante y en la maleta las botas de montaña que había comprado hacía 10 años y casi no había usado, y los tacones para nuestra ultima noche especial. Nada más llegar al pueblo y dejar las cosas en el hotel, acerté a probar mis botas de montaña, la mar de contenta, para empezar a calentar motores para la ruta y ver cómo se me ajustaban a mi pie después de tantos años sin usarlas. Pues menos mal que hice la prueba... al girar la tercera calle se me desenganchó la suela. Horror!!! Y cómo iba a hacer yo 15 km al día siguiente?? Enric pensó en pegarlo con pegamento. Claro, como lo llevamos siempre encima... Obviamente no es así. Total que yo lanzá que soy y "sin pensar, a lo loco", decidí meterme por el bosque  y matorrales con mis botines del Bershka. Repito, charcos de barro, lluvia, y 15 km... ¿Os hacéis una idea de cómo quedaron, no? Pues eso, que me los traje puestos para no ir a la vuelta descalza... pero tardaron poco en ir a la basura una vez en casa. La ruta muy bonita por eso. Tuvimos la suerte de que justo cuando llegábamos a Ullastret se puso a llover salvajemente y pudimos cobijarnos en una parada de autobús, ya sólo nos quedaban 4 km, lo que para mi representaban 40 y con unos botines de ante que habían dejado de tener ante.











Reconozco, y esto en serio, que después de llevar 4 meses sin fumar el cansancio no fue el mismo que si siguiera fumando. Para mi sorpresa podía andar y hablar a la vez!!!! El paisaje bonito, y los pueblos por los que pasamos también, donde hicimos nuestros merecidos descansos y comimos frutos secos como si estuviéramos haciendo una gran travesía. Por cierto, bastante miedo pasé cuando durante todo el trayecto de campo encontramos cartuchos vacíos de escopeta, y sobretodo cuando avisté a un Sr.Cazador paseando entre matorrales. Gracioso a la par que curioso y acojonante.

El pueblo muy muy bonito. Muy romántico y muy tranquilo. Las calles son increíbles. La piedra y las flores forman una perfecta combinación de arquitectura. Si queréis tranquilidad aconsejo ir para finales de verano, tendréis buen tiempo y os evitaréis las aglomeraciones de turistas. Además alrededor hay pueblos muy bonitos también que merece la pena visitar: Pals, Ullastret, Monells...

El hotel también muy bonito, Ca L"Aliu. Es un hotel rural, ya sabéis como funciona esto, quedáis con el propietario, os da las llaves y a partir de ahí poco más. Aún así Jordi fue muy amable y nos preparó unos desayunos increibles. En serio, muy completos: zumos, pan, embutidos, quesos, mermeladas, chocolates.... Y la habitación muy acogedora, con calefacción, televisión, baño privado con ducha, juego de toallas y mantas... Además tiene una terraza muy acogedora donde en verano debe ser un placer tomar el desayuno. Recomendable totalmente si no os van los grandes lujos.





Si estáis haciendo una ruta por los pueblos de Cataluña, Peratallada tiene que figurar en vuestra lista, seguro que no os decepciona.

Besos, Marta

Fuente: este post proviene de El Círculo Polar, donde puedes consultar el contenido original.
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