Y que verdad tenía Enric cuando volviendo en coche de Empuriabrava comentó la de cosas bonitas que tenemos cerca de casa y no las valoramos. Yo que soy una enamorada de Cataluña qué voy a decir, tan sólo que me quedan tantos y tantos sitios bonitos para perderme dentro de mi tierra, que no me importaría pasarme un verano entero recorriendo con el coche los maravillosos pueblos, dándome baños refrescantes en las frías aguas de la costa brava y descubriendo verdes montañas cerca de Lleida y cálidos caminos por Tarragona. Y qué decir de lo bien que se come aquí.
Al lío, que empiezo a escribir y me pasa como cuando hablo, que empiezo por un tema y acabo con otro que poco tiene que ver!!!
La segunda noche de nuestra calurosa escapada quise probar un restauarante del que había léido muy buenas críticas, a parte de que es conocido por tener la discoteca más grande de la costa brava. Se trata del Restaurante & Lounge Sikim.
La amplia carta contiene platos típicos de nuestra cocina a base de tapas (calamares, anchoas, bravas, chipirones, jamón ibérico y demás embutidos, tartares varios...) Sikim además añade una confeccionada variedad de tapas mucho más elaboradas y esquisitas, como sus maravillosos Dados de camembert con mermelada de tomate, o su trozos de foie con mermelada. Para finalizar se le añade una combinación de sushi, y platos algo más grandes.
Te traen una hoja con la carta y un lápiz con el que debes marcar todo lo que quieres pedir. Hubiera señalado muchas más cosas, pero hicimos bien en pedir sólo 5 tapas, ya que acabamos bastante llenos y queríamos reservarnos para el postre.
Todo estaba ríquisimo. Mi preferido el Mi-cuit de foi con mermelada de tomate, como no, soy un poco freake del mi-cuit. El sushi pasable, por supuesto ni se acerca a estar en el top 10 de mis mejores nigiris, pero tampoco creo que pretenda serlo, ya que recuerdo que no es un restaurante japonés.
La decoración del restaurante con cierto aire balinés, con cañas de bambú, paneles de madera y cojines con telares étnicos. Nosotros nos pusimos en la terraza cubierta pero hay otra terraza al aire libre al lado. No tuve al oportunidad de entrar a ver el resto, y tampoco nos pasamos por la zona de discoteca ya que la cena se alargó demasiado y queríamos madrugar al día siguiente.
Pese a que la comida estaba muy buena y la decoración muy bonita, estuvo a punto de no compensar con el mal servicio del restaurante. Fue raro porque todos los camareros fueron muy amables y simpáticos pero había una pésima organización entre ellos, es una pena y espero que lo mejoren, porque el sitio para mi es de 10.
No me considero para nada exigente en cuanto al servicio. Es más, soy de las que les cuesta pedir algo o enfadarse si el servicio no es correcto, y aunque tuvimos mucha paciencia es algo a destacar.
Muy amablemente nos sirvieron como tapa de invitación algo que descubrimos típico de allí: pan con all i oli y algo de acompañar, en este caso unas almendras (aunque también lo vimos con olivas). Nos sorprendió gratamente, y lo agradecimos ya que estábamos habrientos, pero tardaron unos 20 minutos en venir a preguntarnos después si ya habíamos pedido la bebida. La chica que nos lo preguntó se sorprendió, le dijimos que todavía no nos habían preguntado, tomó nota y nos trajo la carta. Una vez se llevó la carta enseguida empezaron a traer platos y nuestra bebida. Pero pudimos ver como a la pareja que se sentó al lado y que llegó algo más tarde que nosotros, les trajeron las tapas y 15 minutos más tarde les trajeron la bebida y los cubiertos (tras pedirlos el chico).
Una vez acabamos de comer nadie venía a quitarnos los platos. No exagero si digo que tardamos media hora en decidirnos a pedir la carta de postres. Incido en que no sé mucho de protocolo pero estoy acostumbrada a que el camarero venga se lleve los platos y me pregunte si quiero postre, y media hora después de ver que ya no comíamos (los platos los dejamos hasta limpios) tener que pedir nosotros que nos los retiraran para poder pedir el postre es raro si más no.
Durante esa media hora no pudimos dejar de fijarnos e intentar hacer señales a los camareros para que nos hicieran caso, sin éxito alguno, pero yo pude chafardear cómo iban dejando las mesas sucias, aún no siendo muy tarde, sin pasar a recogerlas ni nada. Venían a nuestra mesa...se llevaban dos platos...y el resto no... En un par de ocasiones la pareja de la mesa de al lado se reían de estas situaciones que a ellos también les tocó vivir, y para nada tampoco se les veía puestos en protocolo la verdad.
El problema básicamente, bajo mi humilde opinión era de organización. Te podía venir un camarero a preguntar si habíais pedido ya, y al rato volver a venir otro a preguntarte lo mismo. Te venía uno a traerte un plato que no habías pedido, se iba a la mesa de al lado a preguntar y resulta que el plato era para otra mesa de la otra punta de la sala. Insisto en que todos muy amables y muy simpáticos.
Aún así lo recomiendo totalmente, ya que la carta es original y la comida está muy buena. Eso sí, con paciencia, sin prisas y sin mucho sentido del protocolo. Abstenerse maníaticos y comensales puristas.
Restaurante Sikim
C/ Moxó 89
Empuriabrava
Besos, Marta