"No todo en la vida es diversión, pero comer sí debería serlo" nos dicen desde Pajarita, y mira tú por dónde, estoy de acuerdo. Tal vez por la diversión, probablemente por su atmósfera y seguro que por el menú, tengo que decir que del Bar Pajarita en Malasaña me gustó todo.
Como no he mutado a crítica gastronómica -dejo esta parte para los expertos- me limitaré a decir que es una cocina fusión diferente, divertida, muy cuidada y sobretodo riquísima.
Pero vamos a lo que nos ocupa: su interior. La decoración de un restaurante debe reflejar su personalidad y en este caso se cumplen todas las expectativas.
Bar Pajarita en Malasaña
Lo que encuentras al entrar es un ambiente moderno y acogedor sin caer en estridencias ni encorsetamientos. Una barra separa la zona de copas de la de restaurante, presidida por una cocina semi-vista acristalada a través de la que, créeme, vas a disfrutar del proceso de elaboración de cada plato.
Imagen Bfacemag
Si la madera y negro en las paredes combinada con el blanco y formas geométricas de las sillas me gustó, tengo que decir que la iluminación me encantó, con un juego de luces y sombras en el que cada una, la luz y la sombra, están en el sitio adecuado. Bravo.
Imagen Gastroeconomy
Y así, rodeada de madera clara, sentada en una silla con un diseño atractivo y con foco de luz destacando cada plato que llega a la mesa, solo te queda empezar la diversión de la que hablaba al principio con platos pensados para compartir, dónde no necesitarás cuchillos ni incluso tenedores; elige mejor los palillos asiáticos y disfruta de esta comida fusion y fashion:
Chalupa Baby
Un dos tres Malasaña
Una semana después me queda una única duda: ¿Cuál es el nexo de unión entre el Mousse de cholocate negro con bizcocho ligero de cacao y avellana con el Papa Francisco I? ¿Lo sabes? ¿No me quedará más remedio que volver para averiguarlo?
Rakel
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