Así que, inspirándonos en ellas, hoy os vamos a hablar de eso que en la naturaleza se llama "la preparación del nido" y que en nuestro mundo deco llamamos simplemente "preparar la habitación para el bebé", aunque centrándonos sólo en una de las mil decisiones que hay que tomar: el color.
Es verdad que, cuando son recién nacidos, los bebés no pueden ver bien todos los colores, pero esto dura muy poco, y si está demostrado que los colores influyen en los adultos de muy diversas maneras, ¿cómo no va a hacerlo en l@s niñ@s? Por eso hoy vamos a ver qué sucede con los colores en las habitaciones de los más pequeños de la casa.
Empezamos con un color que no deja indiferente a nadie...el rojo.
Es el color de las pasiones y de las emociones fuertes, y despierta nuestros rasgos
de personalidad más "volátiles". Un color caliente que con el que hay que tener cuidado:
mejor emplearlo en detalles y no en paredes completas.
Continuamos por el naranja.
Aunque se trate de otro color caliente, las sensaciones que provoca nos transportan
a espacios cálidos y acogedores que favorecen la conversación y el trato personal.
Funciona perfectamente tanto en paredes completas como combinado con otros tonos.
El siguiente es el amarillo.
Alegre y vivo como el sol, está muy de moda, pero hay que utilizarlo con cuidado
en el cuarto del bebé porque, aunque de más mayorcito le ayudará a concentrarse,
de pequeño podría llegar a agitarle. Por eso, mientras sea pequeñ@ el tono del amarillo
mejor suave, o combinado con otros tonos más fríos para compensar.
Vamos ahora con el verde.
Al ser una mezcla entre un color caliente (amarillo) y otro frío (azul) está equilibrado
y es, según los estudios uno de los mejores colores. Aporta tranquilidad al pensamiento
y nos ayuda a concentrarnos, lo que, claramente, favorece el aprendizaje. Además,
es el color que más abunda en la naturaleza y... la naturaleza es sabia ;)
Y de la naturaleza, pasamos al cielo y al mar con el azul.
Es un color que aumenta la productividad, pero al mismo tiempo al tratarse de un color frío,
puede inclinar a la tristeza. Por eso no es bueno abusar de él en las habitaciones
de recién nacidos si no es en tonos claros o como pinceladas que se mezclan
con otros tonos más cálidos.
Volvemos a la tierra para hablar del marrón.
Es una gran opción para habitaciones de bebé porque es un color muy combinable, especialmente
en tonos chocolate, o rebajado con gris o beige. Como el verde, recuerda a la naturaleza,
lo que aporta estabilidad y aleja la inseguridad. Eso sí, cuidado con las tonalidades,
porque en tonos medios puede recordar a... sí sí, a eso que estáis tod@s pensando ;)
Continuamos con otro color neutro, el blanco.
Un color dulce y angelical, que siempre se asocia a la pureza y la inocencia, sin embargo,
los estudios aseguran que el blanco promueve el secretismo y, lo que para unos padres es
imperdonable... ¡es difícil de mantener limpio! Como aún así nos gusta, siempre podemos
optar por combinarlo con otros tonos para darle un poco de vida y hacerlo más sufrido.
Y cómo no, no puede faltar el rosa , nuestro color;)
Siempre relacionado con el las chicas y sus "cosas de chica", pero también con el romanticismo,
el amor... No es raro que los expertos lo asocien a la calma y lo recomienden para niñ@s nervis@s
y propens@s a las rabietas. Vamos, que es un acierto utilizarlo en una habitación infantil...
¿Que, rosa mediante, nuestros preciosos bebés se transforman en insoportables princesas?
Tranquil@s... cosas peores nos tocará ver dentro de unos añitos ;)
Seguimos con el gris.
Tan de moda hoy día por la influencia de las tendencias nórdicas, entre sus ventajas está que
promueve el pensamiento y la emoción, pero hay que tener cuidado porque entre esos
pensamientos y emociones también se incluye la tristeza. Por eso, si os apetece
usarlo, lo mejor es hacerlo mezclado con tonos brillantes como el amarillo.
Es el turno del malva.
Históricamente asociado a la realeza y las joyas, el malva es hoy día uno de los colores de moda
para todo tipo de habitaciones, también las de bebé. Aunque no es frecuente en la naturaleza,
lo encontramos en las violetas o en la lavanda, y no hay ningún problema en utilizarlo,
ya que los tonos lavandas y lilas transmiten sensaciones de calma y serenidad.
Terminamos mencionando un invitado inesperado: el negro.
Nuestras madres y abuelas se horrorizarían al ver que se utiliza este color en dormitorios
de bebé, pero... es posible, sobre todo en espacios con grandes ventanales y mucha luz.
Yo tampoco era muy fan, pero buscando inspiración para el post me he decidido. Eso sí,
debe utilizarse con moderación, ya que provoca poder, pero también autoritarismo.
Las posibilidades de color son infinitas. No están todas las que son, pero sí son todas las que están...
y espero que os sirvan de ayuda si estáis pensando en decorar la habitación de un bebé.
¿Por qué color os decidirías vosotr@s?
¡¡FELIZ MARTES!!