Pensar en una zona diáfana que integre la cocina, el salón y el comedor, es una buena decisión. Sobre todo si se quiere sacar más partido al espacio y cuando los metros cuadrados son escasos.
Pero no siempre basta con tirar una pared para tener un área común y lograr ese ambiente sociable y moderno que se espera. Tampoco es necesario mantener la cocina en su lugar original al reformar una vivienda. Ni lo más conveniente muchas veces.
Ésta cocina es un ejemplo de ello. Su ubicación ha cambiado por completo, para situarse en un lugar preponderante en el hogar.
Por supuesto, esto se puede hacer cuando la reforma es integral, ya que es necesario cambiar instalaciones de fontanería y electricidad, como mínimo.
De este modo, se ha logrado un ambiente abierto más funcional, donde la sensación de mayor amplitud hace que sea más agradable la convivencia de los componentes de una familia.
La distribución paralela de la cocina consta de una isla que parte de la pared y donde está dispuesta la placa de cocción, el fregadero bajo encimera y un amplio espacio de trabajo.
El ancho del bloque permite contar con el horno y grandes caceroleros por su parte interior y unas estanterías de madera por su lado exterior al pasillo, un elemento clave en un espacio tan estrecho.
Encima de ella, la campana queda integrada en el mueble hasta el techo y revestido en madera, que limita visualmente el espacio destinado a la propia cocina.
Por otro lado, a su espalda, el gran bloque de columnas de almacenaje que incluye el frigorífico integrado, pasa casi desapercibido por su color blanco y uniformidad.
Este estupendo modelo de estilo nórdico en blanco y madera, con tirador uñero y encimera de Neolith Calacatta, es un proyecto y reforma de Sincro.
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