De forma diaria la ropa de cama se ve 'contaminada', simplemente por el mero contacto con nuestro cuerpo. Cada día todas las personas perdemos piel (de hecho, la cantidad ronda el gramo diario de media), por la renovación de la capa más externa de la epidermis. Así, la cama es el lugar más expuesto a estos restos y, por tanto, se convierte en un foco de crecimiento de ácaros y bacterias. Es por eso que debemos tener en cuenta una serie de factores que aquí resumimos:
1 En primer lugar, el material. Así, hay materiales denominados 'hipoalergénicos' que son ideales para personas propensas a padecer problemas en la piel o respiratorios por efecto de alergias a los ácaros del polvo, de la humedad... Hablamos, por ejemplo, del algodón puro y la seda.
2 Cuando renovamos la ropa de cama, no debemos olvidarnos de lavar las sábanas nuevas antes de usarlas por primera vez, para así eliminar los posibles restos de elementos químicos que hayan podido quedar fruto de la fabricación.
3 Cada mañana antes de hacer la cama es muy importante ventilar las sábanas junto con el resto de la habitación. Además, si es posible, es recomendable que incida la luz solar de forma directa sobre ellas. La combinación del aire renovado con los rayos solares ayudará a mantener unas condiciones saludables.
4 En cuanto a la limpieza, de forma frecuente es recomendable aspirar el colchón y, por supuesto, cambiar las sábanas al menos una vez por semana. El lavado de las mismas se debe hacer a la temperatura más alta que indique la etiqueta y, si es posible, debemos dejar que sequen al sol, ya que los rayos solares actuarán como desinfectantes y blanqueantes.
Aquí encontraréis más consejos para una vivienda saludable...