Buscando inspiración
Lo ideal es escoger un color protagonista o base para la habitación infantil alrededor del cual montaremos los demás elementos. Es posible que, hablando con el niño, encontremos un color favorito en el que todos estemos de acuerdo. Puede surgir mirando un cuento, a través de los juguetes o partir de los dibujos de un pijama...
Dejad que ese color conviva con vosotros unos días, podéis comprar un pliego grande de papel coloreado y tenerlo a la vista... advertid si os sentís cómodos con él, si el niño se mantiene constante en su preferencia...
Una vez elegido el color base, podéis tomaros tiempo para escoger vuestro esquema de color con ayuda de la rueda de color.
Aquí tenéis las combinaciones básicas entre las que podéis escoger para montar vuestra propia paleta. Vale la pena tomarse tiempo para ello, pues una vez que se tiene claro el esquema de color, todo resulta mucho más sencillo.
Esquema monocromático. Se trata de una colección sutil. Se basa en añadir tonos más o menos saturados de un mismo color. Por ejemplo un verde oscuro, verde claro y verde pistacho.
Esquema por analogía. Escogiendo dos colores de la rueda de color que se encuentren inmediatamente junto al escogido. Por ejemplo, si hemos escogido el naranja, utilizaremos el amarillo y el verde para combinarlos en acentos.
Esquema por contraste. Buscando los colores equidistantes en la rueda de color a partir del escogido. Por ejemplo: azul, rojo y amarillo. El resultado es un contraste intenso y equilibrado.
Esquema complementario. Es el más socorrido y siempre funciona. Se escoge el tono opuesto en la rueda a nuestro color. Por ejemplo: azul y naranja. Cada uno de ellos tiene la capacidad de añadir brillo y energía a su contrario.Ver cómo decorar habitaciones infantiles con colores cálidos
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