Una cosa que me planteo a menudo es que quizá sea mejor no pretender que un espacio sea lo que no es. No podemos disfrazar un pequeño apartamento de gran piso parisino, o una casa de campo de loft industrial urbano. Vamos, sí que podemos, pero que lo mejor es respetar la identidad de cada sitio y sacar lo mejor de cada lugar.
En este caso, esta casa que he visto en Est Living me encanta no tanto porque responda a un estilo hacia el que me sienta más o menos atraída, si no porque creo que la sencillez y la calidad con la que utilizan los materiales y los acabados aporta al conjunto una sensación de calidez y de confort que me encanta.
Es un ejemplo de buen diseño y funcionalidad, con mucha sencillez y sin estridencias, pero sin quedarse en un espacio frío y distante.
Los revestimientos, con pintura en blanco y los suelos de hormigón, son los protagonistas para dar amplitud y continuidad a la casa, pero después entran en juego todos los elementos de contraste, como la librería de madera que preside el salón.
Otro ejemplo es la cocina, que se reviste con azulejos en verde agua insertados en forma de espiga, rompiendo así las líneas más rotundas del alicatado horizontal. En continuidad con el mobiliario de fresno, algunos armarios se revisten con tejido de bambú (una versión en papel pintado que últimamente me atrae bastante… mmmm… tengo que preparar un post sobre esto).
En el comedor, las sillas Cesca y los cuadros combinan con algunas piezas de muebles rústicos y antiguos. Lo mejor, los contrastes, con ellos el acierto está asegurado, ¡aunque hay que saber dominarlos, ¿no creéis?!
Fuente: Est Living Proyecto: GABBE Fotos: Stewart Leishman
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