Es cierto que tradicionalmente el rosa se ha asociado con ambientes femeninos. No en vano, la diferenciación clásica entre rosa/azul y mujer/hombre aún sigue muy presente en la vida cotidiana. Pero un ajuste equilibrado de las tonalidades puede convertir cualquier ambiente en una estancia dispar y muy atractiva.
El rosa como color de las paredes debe tratarse con cuidado. Un tono demasiado intenso puede resultar demasiado opresivo, así que el rosa pastel es la opción idónea. Además, dejar algún espacio en blanco, como parte de otra pared o incluso el techo, puede ser una alternativa combinativa muy original.
La amplia gama de tonos de rosa convierte a los textiles en una opción fantástica en decoración. Cortinas, cojines o alfombras ofrecen muchísimas posibilidades. Lo aconsejable, en cualquier caso, es intentar matizar el mismo tono en una misma estancia. Dos colores parecidos pero no iguales pueden dar lugar a incomodidad y generar mucho ruido visual.
El verano de 2012 supuso un cambio de tendencia muy significativo, que aconteció primero en el mundo de la moda y poco a poco se hizo extensivo a otros campos: el rosa y el rojo ya pueden combinarse. Se trataba de la clásica disonancia visual, pero el capricho de los diseñadores lo han convertido en una fusión muy demandada.
Otra opción muy a tener en cuenta a la hora de decantarnos por el rosa son las posibilidades que ofrece la luz artificial, imitando la luz de un bonito atardecer. Sin caer en los excesos, un ambiente teñido de un suave rosa puede convertirse en un espacio cálido, atrayente, envolvente y muy amable.
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Imágenes vía Pinterest