¿Por qué digo esto? Pues porque en estas fechas siempre toca hacer balance. Una vez que el curso termina es momento de repasar la trayectoria de ese “año lectivo” que se acaba. Y coincidiendo con el arranque del verano pues toca mirar atrás. Y muchas veces en estos períodos vemos balances súper positivos, en los que se ha aprendido mucho, se ha crecido, se han alcanzado tales objetivos, se ha conseguido tal o cual “contrato”… Bueno, pues este año a mí me toca decir que no todo ha salido bien, la verdad.
Realmente, me han salido torcidas muchas cosas. Increíble, no porque me salgan mal, que no es la primera vez ni mucho menos, si no porque todas se tuercen a la vez. Clientes descontentos, campañas equivocadas, colaboradores interesados, propuestas no definidas, etc.
Lo que sí es cierto es que justo hace un año las cosas rodaban quizá demasiado rápido. Y fue así durante unos pocos meses. Creo que entonces de algún modo pensé que la rueda avanzaría sola. Y claro que no es así. Pero me gusta reconocer que me he encontrado con muchas cosas que han salido mal, porque sencillamente quiero mejorarlas. O evitarlas. O eliminarlas.
Es cierto que “todo me ha servido para aprender”, que no todo ha sido malo, que hay que contemporizar, etc. Y además os digo que en ningún caso han sido malas como para desmotivarme. Es más, incluso puede que tenga sentido el que hayan salido mal. Estamos creciendo y damos pasos adelante. Sí, es posible. Pero en parte me apetecía contaros esto porque a veces tengo la sensación de que las cosas se disfrazan demasiado de “buenismo” y “bonitismo”, y ahora no me apetece disfrazarlas, porque me gustan tal y como están. A eso me refiero: sí, hay cosas que han salido mal, ¿y qué? ¿a nadie más le pasa? Vamos, que el que hayan salido mal no me desmotiva en absoluto. Tan sólo quiero reconocer que no todo sale siempre bien.
Desde luego, sé que no volveré a trabajar con algunas personas que se han quedado por el camino, estoy segura, pero no considero eso una circunstancia lamentable. En ningún caso he perdido las ganas, la ilusión, y además, ahora tengo más confianza en mi trabajo, porque en algunos casos sé dónde ha estado el fallo (en otros no, ni idea, pero han salido así y ya está).
De cualquier manera, seguimos al pie del cañón, porque si nos equivocamos (y nos damos cuenta, que a veces uno no se da cuenta…) pues rectificamos ¿no creéis? Y yo, desde luego, por aquí seguiré, intentando mejorar cada día y haciendo mi trabajo. (Vale, y en otro caso os hablaré de las cosas que Sí han salido bien, ¡que también hay unas cuantas!).
¡Feliz semana!