A la hora de hacer regalos me gusta elegirlos y presentarlos teniendo
en cuenta la personalidad del agasajado.
Cuidar los detalles de manera que quien lo va a recibir se sienta
sorprendentemente identificado con el continente y el contenido.
En el caso de mi amiga Luli siempre es un placer.
Es una persona con un feeling especial que crea un
aura positiva a su alrededor.
Si se pudiera decir de una persona, es una mujer feng shui,
un alma zen.
Aunque no se dedica profesionalmente a ello, es profesora de yoga
y su pelo suele ir recogido en una larguísima trenza.
Fue fácil elegir para ella un álbum de fotos con tapas de madera
lacadas en rojo y negro.
El interior de cartulinas negras cubiertas con delicado papel de arroz.
Imprimí unas fotografías que le hice hace poco y que edité
con acabado polaroid.
Recortadas con tijeras zigzag y pegadas con washi tape
son una invitación a rellenar el resto con imágenes especiales.
Además una pequeña fuente zen con piedrecitas.
Preferí prescindir de la caja original y empaquetarla tipo furoshiki,
con un cuadrado de papel kraft en dos tonos, sin utilizar celo,
anudado tan solo por un cordón de fibra natural.
Y dispuesta con mis presentes me dirigí al lugar de la entrega.
Por supuesto, un restaurante asiático para la celebración:
Matsuri.
Un espacio amplio y funcional, lo que se agradece cuando el grupo es
numeroso y con niños.
Muchos besos, Lulita.
Qué tu fluir siga siempre igual de bello...