¿Recordáis la casa abandonada que descubrí el otoño pasado?
Ya os comentaba que estaba en un estado lamentable (shabby) pero que
guardaba el encanto de lo antiguo, la evocación de tiempos pasados.
Con ganas me quedé de traerme alguna de esas maravillosas
contraventanas, postigos de lamas...
Pero la sensación de robarle a la casa parte de su encanto me disuadió
de la idea. Lo que sí cogí fue una baldosa hidráulica del suelo de una de
las habitaciones que estaba en muy mal estado y del que ya
faltaban muchas.
Un pequeño recuerdo que quizás sea el único que haga referencia a
esta casa dentro de algunos años.
Y para darle un uso actual a mi baldosa antigua, la he transformado
en un salvamanteles.
La baldosa venía con gran parte del mortero que la unía al suelo.
Tuve que retirarlo con cincel y martillo teniendo cuidado de no romperla.
La dejé en remojo unas horas con agua, detergente y algo de lejía,
dándole después una buena lavada con cepillo incluido para conseguir
que quedara lo más limpia posible.
Como el revés de cemento de la baldosa resultó muy áspero y no dejaba
de echar restos, decidí pintarla con spray para proteger mesas y encimeras
al tiempo que consolidaba la base.
Cubrí el anverso de la baldosa con un papel y cinta de pintor y utilicé
un spray satinado en color turquesa que es el color base de mi cocina.
Y así ha quedado la baldosa, lista para proteger del calor la superficie de
mis muebles y decorar mi hogar.
Un trabajito frugal para recuperar una preciosa pieza antigua y participar
en los Findes de Colorín Colorado.
¿Me acompañáis allí a descubrir otras propuestas
buenas, bonitas y baratas?