Cuando pensamos en el tipo de ventana que queremos para nuestro hogar, solemos tener en cuenta dos aspectos fundamentales: la estética y el aislamiento. Que pueda entrar frío en invierno o calor en verano, así como los ruidos del exterior, suele ser lo que más nos preocupa. Sin embargo, hay otro aspecto que podemos tener en cuenta al elegir las ventanas, y es su capacidad para ampliar visualmente el tamaño de nuestra vivienda.
De este modo, cuando tenemos la opción de escoger ventanas completamente a nuestro gusto, podemos tener en cuenta varios factores. Por ejemplo, actualmente existen modelos que cuentan con perfiles de muy poco espesor, en torno a los 70 mm más o menos, es decir, ocupan el mínimo espacio posible, dejando el resto del espacio a la parte acristalada y, por tanto, a la entrada de luz natural. Y es que, como ya sabéis, la luz natural juega un papel básico en estancias pequeñas.
Por otro lado, también hay perfiles especiales cuya hoja queda oculta, por lo que dejan pasar el máximo de luz. Y es que este tipo de ventanas permiten crear grandes estructuras acristaladas, un aporte espectacular desde el punto de vista decorativo.
Sin embargo, lo habitual a la hora de cambiar las ventanas es que nos enfrentemos a unos huecos ya delimitados, por lo que tenemos que echar mano a ciertos truquillos que nos den esa sensación de amplitud. Por ejemplo, vamos a jugar con las cortinas, visillos o estores, que deben ser muy vaporosos y finos, para dejar pasar la mayor cantidad de luz posible. Además, estos deben de ser preferiblemente de tonos claros y luminosos. Por su parte, si las ventanas dan a un espacio privado, podemos dejarlas completamente desnudas, de forma que la habitación parecerá mucho más grande.
Por último, en aquellas zonas donde no llega la luz solar tendremos que poner puntos de apoyo extras, como los apliques con luz halógena y blanca.
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