Hemos hablado en algunas ocasiones sobre trucos para que nuestra casa luzca lo más saludable, bonita, luminosa y confortable posible. Hoy queremos hacer mención a una parte de nuestro hogar en el que, a priori, no reparamos especialmente, pero que constituye la gran razón que puede esconderse detrás de una casa luminosa y acogedora. Generalmente, una casa luminosa ópticamente parece más amplia. Si además la luz de la que disponemos es natural, mejor que mejor. Si todavía no te habías planteado este aspecto de tu vivienda, pero te apetece que luzca mucho más 'apetecible' no sólo a tus ojos, sino a ojos de tus invitados, ¡ven con nosotros!
¿Qué hacemos primero? Identificar todas las ventanas de la casa y visualizarlas atentamente. Se trata del primer paso a tener en cuenta antes de ponernos 'manos a la obra'. ¿Alguna vez has pensado en los focos de luz natural con los que cuentas en casa? ¿Cómo son, qué tamaño tienen o si cumplen bien su función? Quizá no hayas reparado en ello, pero esa cortina que tanto te gustó y que colocaste sin pensar está produciendo el efecto contrario al que deseabas, dada su tonalidad y textura. Hay cortinas muy gruesas o cuyo estampado es tan 'evidente' que crean el efecto de luz pobre y, además, restan encanto al espacio al no dejar pasar bien la luz natural. Te invitamos, pues, a hacerlo. Revisa una a una y piensa en todo ello. Cambiar las cortinas o estores puede ser el primer paso. Opta por los tonos crudos o beige, o el mismo blanco 'nuclear'. ¡Se notará mucho el cambio!
Otro tema en el que no siempre 'caemos' es en el de observar si hemos llenado de muebles y de elementos decorativos la parte anterior de nuestra ventana. Si frente a ella hay una cómoda y encima hay mil y un trastos que no dejan apreciar bien si hay una ventana realmente o se trata de una pared, estás cometiendo otro error. Deja este área lo más libre posible y visualmente ya notarás un gran cambio.
¿Y qué ocurre con el tipo de ventanas? También hay que prestar atención a esta parte más técnica y que a menudo nos genera más pereza a la hora de replantearnos nuestra decoración. El cambio de materiales exige una reforma, por mínima que sea. Repásalos bien. Si tienes ventanas antiguas, de cerramiento que no sea PVC y cuyos bordes son gruesos, probablemente los termines cambiando. No sólo por razones estéticas. Este tipo de ventanas dejan circular libremente el aire, tornándose una idea muy desaconsejable en los meses de frío invierno. Es siempre mejor opción invertir, si se puede desde el principio, en cerramientos sostenibles y térmicos, a ser posible que roben lo menos posible espacio a nuestra estancia.
Una idea que reina en algunos países europeos y que 'nos cuesta un poco', dadas nuestras costumbres, es la de desnudar completamente las ventanas. Esta sensación de pureza, desnudez y acristalamiento total, será de gran ayuda para que visualmente la casa parezca más grande. ¡'Y ya no os contamos' luminosa! Si no te atreves a ponerla en práctica en todas las estancias de la casa, juega con aquellas que no precisen de gran intimidad. Es el caso de un despacho o de un hall o comedor; en estos lugares no solemos pasar demasiado tiempo y las actividades que hacemos allí no tienen 'nada que esconder'.
Y si lo tuyo es la decoración, volvemos a los textiles. Hazte con visillos semi-transparentes, con blancas cortinas de lino hiper finas o quizá con unos estores en tonos crudos y que, de nuevo, sean lo más ligeros posible. Otro truquito que puede funcionar es el de recrear el mismo patrón en toda la estancia: optar por muebles cálidos pero funcionales, sin 'mucho ornamento, así como por sofás en tonos crudos y sillas lo más claritas posible.
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¡Hasta pronto!