Con sólo una habitación, cocina, baño y salón, el blanco puro preside todas las estancias de la casa potenciando la luz natural. Vestida con el mobiliario mínimo imprescindible, no por ello resulta menos acogedora, y todo ello gracias a la sabia elección de los elementos necesarios y de una decoración que le da un aire minimalista.
Pese a lo reducido del espacio, esta casa está aprovechada al máximo y en absoluto da la sensación de ser una vivienda que no llega a los 50 metros cuadrados. Una casa perfecta para pasar unos días de vacaciones.