Además de ser pequeño, no dispone de armario empotrado, así que como tengo dos armarios exentos, los utilizo para su ropa. Comparten dormitorio desde que son pequeñas, desde que la pequeña cumplió tres meses y pasó a dormir en cuna grande. Cuando ya salió de la cuna y hubo que comprar una cama, opté por literas, para maximizar el espacio. Es una opción ideal en este cuarto tan pequeño, aprovecha el espacio, a ellas les encanta y no os cuento a sus invitadas. El juego siempre consiste en subir a la litera de arriba.
Las niñas van creciendo y sus necesidades cambian y yo tengo la sensación de que el cuarto tiene un aire muy de “bebé”, con tanto blanco y tanta delicadeza. Así que por eso decidí pintar el armario de amarillo. El armario es en realidad la vitrina modelo Hemnes de Ikea, a la que eliminé las baldas y coloqué dos barras para que me sirviera para la ropa. Es de madera de pino con una mano de pintura blanca, así que para pintar por encima no ha hecho falta ningún proceso de lijado ni decapado. Ha sido suficiente con pintar con un esmalte natural.
La elección del color ha venido motivada por varias circunstancias: número uno, tenía la pintura en casa, así que inversión cero. Número dos, quería un color suave y claro porque el siguiente paso es pintar el armario de al lado y ese irá en gris, probablemente (o azul índigo, ahí estoy con la duda). Número tres, si quedaba mal siempre podía pintar encima. Número cuatro, quería un color cálido porque los tonos predominantes en su cuarto, a parte del blanco, son grises, azulados y rosados.
Finalmente el resultado ha sido éste y estoy muy contenta porque viendo alguna foto anterior veo que ya no tiene tanto aire a bebé. ¡A ver qué os parece!