En cambio, las paredes lisas están mucho más propensas a quedar con manchones, y prácticamente cualquier roce puede dar lugar a un gran desperfecto. Sin embargo, estéticamente son mucho más limpiar y atractivas, y además ofrecen una enorme ventaja desde el punto de vista decorativo, y es que son mucho más versátiles. Al contrario que una pared de gotelé, las paredes lisas presentan la posibilidad de jugar con diferentes tonalidades en la pintura, así como recurrir a otras opciones como los vinilos decorativos, el papel pintado, los revestimientos...
Por todo ello, quitar el gotelé suele ser una de los primeros cambios a los que se recurre cuando lo que se busca es renovar y actualizar el aspecto de una vivienda. Lo admitimos, la tarea es algo compleja, no tanto por su dificultad, sino por todo el esfuerzo que hay invertir para que quede un acabado óptimo. Además, el proceso va a depender del tipo de pintura que tenga nuestra pared, plástica o al temple. En el caso de que sea pintura plástica, el procedimiento será bastante más laborioso, pero con la pintura al temple podremos llevarlo a cabo nosotros mismos sin ningún problema.
De este modo, para retirar el gotelé de nuestra pared pintada al temple empezaremos humedeciéndola con una esponja o rodillo, pero no en exceso. Después, nos armaremos con toda nuestra paciencia y comenzaremos a retirar el gotelé usando una lijadora. Cuando hayamos terminado esta tarea, tendremos gran parte del trabajo hecho, y nos quedará volver a alisar la pared. Para ello emplearemos aguaplast, que aplicaremos con un rodillo o espátula, de arriba a abajo y en una sola dirección. Con este producto crearemos una textura con relieve, que tendremos que lijar de nueva una vez haya secado. Puede que sea necesario aplicar nuevamente una segunda capa de aguaplast y luego volver a lijar.
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