Paredes blancas, ropa de cama blanca, grandes ventanas que inundan de luz todas las estancias y un edificio de mediados del siglo XX recrean un ambiente escandinavo ideal que fluye en estos escasos 49 m² que se multiplican visualmente.
Maderas teñidas en blanco y naturales, complementos sencillos y los justos, provocan una sensación de comodidad minimalista con carácter y personalidad, donde los puntos de color se ponen en el mobiliario.
El edificio conserva características originales como los techos altos, la amplia cocina a pesar de los metros y habitaciones equipadas. Las tuberías de la calefacción se integran en el ambiente, y el solado se ha lijado por completo y teñido de blanco en el caso de la cocina, acentuando la sensación de luz y ligereza.
En el salón los elementos son los esenciales: sofá, escritorios y sillas, para no dar la sensación de espacio perdido. Las paredes están pintadas en blanco roto y el solado de listones madera natural encerada, aportando calidez al espacio.
Cada ambiente resulta amplio, acogedor y bien planificado. En el caso de la cocina se dispone de gran almacenamiento con una despensa original de 1920 y gabinetes de 1950.
Como ves, se trata de un pequeño, elegante y acogedor apartamento que te recibe nada más entrar por la puerta con una gran cantidad de luz, no solo por su ventana, sino también por su decoración.
Un espacio que sin duda nos llena de serenidad, ¿no crees?
En el próximo post... 30 m2 con una distribución muy funcional
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