La improvisación no tiene hueco en la agenda decorativa de nuestra forera, que junto con su marido y sus dos perros, nos abre las puertas de su chalé de 160 m², distribuidos en tres plantas y un precioso jardín. Algunas de las instantáneas que nos regalan determinados rincones, son dignas de ser postales para el recuerdo, ya que la luz de las velas las envuelve en matices dorados. El mimo con el que esta lectora borda y cose los elementos textiles y prepara centros aromáticos y esencias florales envuelve los detalles de un encanto especial que parece acunarnos.
En la zona de tertulia del salón, "el hilo conductor para la armonía ha sido creado a través de los colores del lino y del algodón, en tonos beige, blanco roto y chocolate", declara esta forera, haciendo hincapié en la coordinación con los muebles, que "son todos de madera oscura".La entrada de la casa ya nos adelanta una idea general de la atmósfera que envolverá cada rincón. El amor por lo natural nos recibe portando una maceta de jacintos. Julieta confiesa que no es amiga de las flores de plástico, por lo que todas las plantas de la casa son seres vivos.
Lo artesanal desempeña un papel vital dentro de esta casa francesa. "Deshidrato frutas para decorar y aromatizar, bordo mis cojines, hago las cortinas, seco los bouquets de flores para adornar rincones...". Julieta tiene unas manos prodigiosas y un don privilegiado para los interiores.
La parte que alberga el comedor ha sido vestida para la ocasión con un excepcional banquete. De hecho, la dueña de la casa admite hacer ella misma las mermeladas del desayuno y hornear su propio pan. Sobre los aparadores, claramente inspiradores, se acumulan recipientes de delicado cristal y porcelana.
Los exteriores no son ajenos a la preocupación estética de la propietaria de la casa. El jardín es un rincón de ensueño y, para demostrarlo, sirve de muestra este conjunto de mesa y sillas en forja azulada. ¿Os apetece un tentempié al aire libre? La anfitriona nos invita con mucho gusto.
La cocina destila todo el sabor de antaño. Los toques provenzales se reparten por doquier, desde los botes antiguos que pueblan las estanterías hasta los arreglos de mimbre con textiles bordados a mano. Este aire campestre refinado es capaz de generar estampas admirables que invitan al sosiego.
Julieta es especialista en hacer que una estancia blanca transmita su propio mensaje. De este modo, partiendo de un cuarto de baño inmaculado, ha logrado emocionarnos sirviéndose de la luz de las velas, cestos con toallas estratégicamente colocados y todo un surtido de jabones totalmente artesanales.
Para esta lectora, hacer que sus invitados se sientan como en casa es una obligación moral, por eso mide cada paso decorativo con un esmero infinito. El baño de invitados es un claro ejemplo de esta determinación, sobre todo si nos paramos a observar con minuciosidad cada detalle.
Dentro de poco, la casa cumplirá un año y, durante ese periodo, todos los muebles se han ido cambiando poco a poco. Julieta quiere comprar una cama antigua para cambiar la del dormitorio principal, pero nos cuenta que las originales son pequeñas "porque antiguamente las parejas no dormían juntas".
La cama de la habitación de invitados sí que es fruto de un largo peregrinar "cada sábado y domingo, recorriendo las brocantes y ferias de antigüedades de la región". Disfrutar de la amistad de esta habilidosa psicóloga, significa acomodarse en una alcoba donde se experimenta una gran paz.