Sin embargo, para Ebom sí que las utilizo, aunque tengo mis rachas. He pasado una larga temporada de aburrimiento total, lo confieso. Estaba cansada de ver siempre lo mismo y como con cierta distancia, como “eso no va conmigo”. Ahora estoy encontrando nuevas fuentes de inspiración y motivación, es curioso. Aunque es algo que manejo con pies de plomo porque tengo la sensación de que hay un cierto burbujeo en todo esto que no sé muy bien qué sentido tiene. Y yo, que soy muy exigente, pues necesito comprender a fondo las cosas que hago. No es bueno ni malo, pero es así.
Y como necesito que sea así, también cuido mucho la información que pongo en cada una de las redes. Os diré que no comparto lo mismo en Facebook y en Instagram. Prácticamente nunca. En la segunda tengo por principio compartir únicamente fotos que haya hecho yo, así que eso me impide volcar el mismo contenido, porque en Facebook incluyo a menudo información más práctica, enlaces o imágenes de otras fuentes. Además, tampoco vuelco todo el contenido del blog; sólo comparto algunas píldoras.
Supongo que eso convierte en Instagram en la herramienta visual para crear una identidad más personal. Creo que la forma en que yo utilizo las redes requiere de una estrategia (sí, estoy de acuerdo con todo eso que se dice), pero también os confieso que por más que lo intente, no consigo definir una, así que al final se van convirtiendo en pequeñas dosis de contenido. Y estos días, repasándolo, he visto que no hay demasiada continuidad en todo ello.
Os diré que tampoco me propongo que esto cambie, porque por mucho que tengas mil planificadores es imposible tener encajado cada minuto del día. Pero hacer de vez en cuando un repasito tampoco viene mal. Y como en esas estoy, pues hoy os lo cuento, justo antes de ponerme con la brocha a pintar el armario de las niñas.
¡Feliz viernes y hasta mañana!
Todas las fotos son de mi cuenta de Ebom en Instagram