No sé por qué no os lo he contado aún, pero hace unas dos semanas asistí al descubrimiento de siglo. Bueno, vale, tampoco fue para tanto, pero a mí me pareció revolucionario. El caso es que invité a unas amigas a comer a mi casa y, como buenas convidadas que son, pusieron el postre y el vino. En primer lugar, una tarrina de helado de stracciatella de una de las mejores heladerías artesanas de Madrid, Alboraya (si la tenéis cerca echadle una visita, porque sus helados son espectaculares). En segundo y mi propuesta gastro de hoy, uno de los vinos blancos más ricos que he probado y del que ignoraba su existencia, el famoso vino 5.5 o frizzante. Y, madre mía, qué bueno estaba. Fresquito, con carácter y un placer en estos días de calor… Por cierto, ¿he dicho ya que tengo las mejores amigas del mundo?
La verdad es que no sé dónde he estado yo, pero el vino frizzante o 5.5 es la nueva sensación en el mundo del vino. Su sabor dulce, frutado y de baja graduación alcohólica es ideal para todos los públicos, especialmente, los paladares más jóvenes y menos acostumbrados. Una opción muy chic para las noches de verano.
Los vinos frizzantes, perfectos en cualquier ocasión
Los vinos frizzantes, ligeramente gasificados, se sirven muy muy fríos, por lo que son la elección perfecta para los ambientes más distendidos e informales, como un aperitivo, un picoteo, un afterwork o una comida ligera.
Su gran versatilidad y su potencial en los diversos maridajes hacen de estos vinos toda una revolución para las bodegas, que rápidamente se han lanzado a crear nuevas composiciones. En nuestra comida, nosotras combinamos un verdejo frizzante con sushi y la experiencia no pudo ser mejor, un acierto gracias a su toque cítrico y chispeante.
¿Eres un amante del vino? ¿Habías probado este vino alguna vez? ¿Cuál es tu momento perfecto del día para degustar un buen vino?
[Gastro] La revolución de los vinos frizzantes ha sido publicado originalmente en La mesa está servida. Puedes seguirme también en Twitter y Facebook