Hasta ahora Valentina tenía en la zona de juego simbólico de su playroom todo tipo de comida de madera. Os había hablado en varias ocasiones por aquí y no es que ahora os quiera decir que es MAL y que hay que evitarlo, si no que llegó un momento en el que vimos que se había convertido en una limitación de su juego. Me explico:
Cuando introducimos los alimentos de madera (alrededor de los 18-24 meses) causó furor, y sobre todo, cubría las necesidades motrices de manipular, trocear e introducir vocabulario en su juego. Algo súper positivo y que enriqueció muchísimo los ratos de ocio. Con el paso del tiempo y a medida que ella crecía (alrededor de los 3-3,5 años) nos dimos cuenta de que además de perder motivación por el rincón de juego simbólico, siempre seguía los mismos patrones. Siempre hacía los mismo diálogos, siempre el juego se limitaba a los alimentos que representaban las figuras y en consecuencia la creatividad del juego se había parado.
Es por ello que decidimos que aprovechando las fechas que venían de Navidades queríamos cambiar el material que tenía en la cocina y en el mercado por uno que fuera desestructurado. Os hablé de ellos en algunos posts del blog (los podéis ver aquí).
Pero básicamente, el resumen de un material desestructurado es aquel que no es nada pero puede serlo todo.
Os he dejado el enlace de cada cosa en las palabras clave de arriba. Además, vienen bastante cantidad así que puse únicamente la mitad de cada cosa para ir reponiendo a medida que lo necesiten.
Esto quiere decir que ya no usaremos más la comida de madera. No, para nada. De hecho la hemos llevado al apartamento, donde Julieta se entretiene uniendo y separando cada una de las piezas, y se convertirán en sus primeros puzzles y juegos de asociaciones. Ha sido un gran cambio y estoy contenta de haber encontrado un material natural tan bonito y a la vez tan económico.