Así, partiendo de aquí podemos establecer una serie de medidas que pueden reducir dicho impacto, empezando por nuestra vivienda. Así, la amplitud de la misma así como la orientación que tenga influye muchísimo en las emisiones de CO2, ya que cuando más grande sea la vivienda y peor orientada esté, mayor gasto energético realizará y, por tanto, mayor será la contaminación.
El aislamiento es otra de las medidas que hará reducir nuestra huella de carbono. Y en este aspecto influirán las ventanas (recordamos que las de PVC son una de las opciones más aislantes), el suelo, las paredes... Así, realizar una inversión en casa para sustituir nuestras viejas puertas y ventanas puede, a la larga, resultar muy rentable. Y, por supuesto, no debemos olvidarnos de las persianas.
La iluminación es otra de las cuestiones clave. Lo mejor será aprovechar al máximo la luz natural. Además, debemos emplear bombillas de bajo consumo en sustitución de las tradicionales, pues, además de durar más, reducen la emisión de CO2 en alrededor de 73 kg cada año.
En cuanto a climatización del hogar, en los meses de verano hay que controlar mucho el consumo del aire acondicionado y recurrir a recursos como las plantas, los ventiladores, los toldos... Por su parte, debemos controlar la temperatura durante todo el año, teniendo en cuenta que en verano debe rondar los 26º y en invierno los 20-21º. Para ello podemos hacer uno de termostatos.
En cuanto a los electrodomésticos y aparatos eléctricos, debemos recurrir en la medida de lo posible a los modelos más eficientes. Y cuidado con el stand by, pues evitarlo nos permite ahorrar hasta un 12%.
Aquí podéis encontrar más información sobre la huella de carbono...
KÖMMERLING Vivienda Saludable
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