Sé que con esto voy en contra de la costumbre que reina en la mayoría de los países que cuentan con diferentes climas. Pero me gustaría ayudarlas a repensar cómo almacenamos la ropa, y de qué forma nos podemos aliviar un poco el trabajo cada vez que hay que ordenar el placard.
Leí este concepto por primera vez en el libro de la autora japonesa Marie Kondo “La magia del orden”, que seguro la mayoría conoce. Es un super éxito de ventas en todo el mundo, y tiene algunos puntos interesantes que me gustaría compartir con ustedes. Por ejemplo esto de no guardar la ropa fuera de temporada. Kondo cuenta que en su país esa costumbre se originó en las empresas y escuelas en las que la gente debía cambiar su uniforme de verano por el de invierno, y viceversa.
Realmente no sé cuál es el origen de esa misma costumbre aquí en la Argentina, o en el resto de América, pero sí sé que es algo que fue pasando de generación en generación, desde la época de nuestras abuelas. Sin embargo, ahora que la mayoría de los hogares y lugares de trabajo cuentan con calefacción y aire acondicionado, ya no es raro usar una remera de mangas cortas en invierno, o un saco en pleno verano. El clima cambió, las costumbres cambiaron, pero nos seguimos empeñando en perder tiempo dos veces al año sacando toda la ropa de una temporada para poner a mano la de la otra.
¿Alguna vez pensaron si hacen el cambio porque realmente lo necesitan, o solo por costumbre? Vean estas ventajas de no hacerlo, a ver si las convenzo:
Si refresca de golpe o viene un día de calor loco, no tenemos que estar revolviendo todo para encontrar las prendas adecuadas.
No perdemos tiempo guardando y luego volviendo a sacar.
Al no permanecer almacenada por meses, la ropa no tiene ese olor “a guardado” tan característico que muchas veces hace que tengamos que lavar todo de vuelta.
Sabemos exactamente qué tenemos y qué no, y no gastamos de más comprando prendas repetidas.
La ropa no queda dando vueltas por días o incluso semanas hasta que tengamos tiempo de terminar de ordenar.
No piensen que necesitan un gran espacio. Lo más probable es que tengan ropa de más y, al eliminarla, automáticamente ganan espacio.
Le dan más uso a toda la ropa, porque no deben esperar a volverla a poner en un lugar accesible.
No necesitan contratar espacio extra, como bauleras, ni llevar la ropa a casas de familiares (conozco casos de gente que ya no vive con sus padres, pero sigue guardando parte de su ropa allí)
Por supuesto habrá casos en los que no puedan hacerlo y lo entiendo. Si ya eliminaron todo lo que está de más y aún así el espacio no alcanza, tampoco pretendo que hagan magia. Pero si tienen espacio suficiente y quieren darse la oportunidad de probar un método de orden diferente, les cuento en pocos pasos cómo hacerlo.
Primero vamos a seleccionar qué se queda y qué no. Tomamos cada prenda en la mano (así lo recomienda Marie Kondo, para que sepamos qué reacción nos produce cada una) y vemos si la vamos a volver a utilizar el verano/invierno que viene. Si se les complica decidir, les recomiendo separar las cosas que les generan dudas y luego volver sobre ellas para preguntarse: ¿me queda bien? ¿me sigue gustando cómo me veo con esto puesto? Si hoy lo viera en una vidriera, ¿lo compraría? Si la respuesta fue no, entonces no tiene sentido que lo sigan guardando. Así repiten hasta clasificar todo.
Luego agrupan las prendas, separadas por categorías y no por temporada. Por ejemplo, todas las remeras juntas, más allá del largo de la manga. Todos los sweaters, más finos o más gruesos, juntos. Hay excepciones como los trajes de baño, que difícilmente vayan a usar en julio, y los gorros y guantes, que tampoco creo que usen en febrero. Esos los pueden poner en una caja en la parte superior del placard. El resto de las prendas, agrupadas por categorías, vuelven a sus perchas o estantes.
En mi caso por ejemplo, que tengo un placard con estantes muy profundos, lo que hago en esta época es poner en la parte de atrás lo más grueso, y adelante lo que tengo en uso en este momento. Entonces cuando cambia el clima solo tengo que pasar para adelante lo que estaba atrás, y listo todo mi cambio de temporada. Los abrigos quedan siempre colgados, solo los pongo a un lado en el verano, para que no estorben con las otras prendas, y los vuelvo a colgar en el medio del barral cuando llega el invierno.
Como ven, son distintas formas de solucionar un mismo tema, la organización dentro del placard. No hay ninguna que esté bien o mal en sí misma, sino que a unas nos funciona mejor un método, y a otras ese método les es completamente inútil, pero les queda mejor otro. Por eso les recomiendo que, si lo que están haciendo ahora no funciona como a ustedes les gustaría, se den el tiempo para pensarlo nuevamente y abordarlo desde otro lado.
Me gustaría conocer otras opiniones sobre este tema. ¿Se animan a contarme la suya en un comentario? O en Facebook, Twitter o Instagram. ¡Hasta la próxima!
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