Comenzamos el recorrido por el salón, su superficie cuadrada permite que cada una de las piezas con las que cuenta respiren con espacio propio. El blanco lo rompe el sofá de tres plazas azul marino que hay delante de las ventanas.
Tiene cierto aire náutico con la combinación de cojines lisos y de rayas. Junto al sofá encontramos un trío de mesas auxiliares también azules, con las patas doradas que nos han parecido un complemento perfecto.
El resto de la estancia sigue la misma línea. La biblioteca blanca, que carece de una estructura que pueda recargar el espacio, cuenta solo con un mueble bajo colgado y baldas sujetas a rieles. Y los dos sillones frente al sofa, blancos y azules, tienen los reposabrazos de madera.
Frente a la librería un gran espejo otorga a la sala más amplitud y la cocina está abierta, aunque se ha dejado el espacio un poco independiente manteniendo el marco de entrada sin puertas.
La habitación sigue el estilo minimalista del resto del alojamiento. Una puerta de madera y cristal da entrada a un dormitorio con pocos elementos. Junto a la cama una pequeña mesa blanca con patas marrones y un punto de luz en la pared -también blanco-.
Los grandes ventanales tienen contraventanas con venecianas de madera, lo que permite orientar y graduar el paso de luz.
En el baño destaca sin duda una original bañera con el exterior negro, que rompe con la línea nívea del resto del apartamento, y que constituye para nosotras una de las piezas estrella de la vivienda.
Las fotos son de Nathalie Priem Photography
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