A veces sentimos la necesidad de diseñarla de forma integral desde que la vemos, pero lo cierto es que por mucho que nos empeñemos, será el tiempo el que dejará su propia huella en la vivienda.
En este unifamiliar eso se nota. Una casa de estilo eduardiano (en Canadá), reformada al gusto y necesidad de sus propietarios (¡me encantan esas cocinas!), que llevó más de siete años de reforma.
Su dueño, propietario de un estudio de arquitectura, quiso tomarse su tiempo para crear un espacio que se adaptara plenamente a los gustos y necesidades de su familia. Por eso nada es accesorio en esta casa. Sólo vemos lo justo y necesario.
Cada cosa tiene su lugar, pero sin perder un ápice de personalidad ni calidez. La vivienda es extremadamente cómoda y acogedora (¡con estancias tan amplias!). Muy luminosa y con detalles únicos, como las molduras, las ventanas y la carpintería conservada.
Llama la atención el discreto juego de superficies en los suelos. Desde la tarima original recuperada, a los cerámicos de imitación madera o las tarimas de lamas anchas. Incluso un suelo de pizarra recibe a los visitantes en el zaguán.
Además, está el magnífico patio exterior de la vivienda, al que se accede desde la cocina, perfecto para las cenas de verano. ¿Por qué no habrá más casas eduardianas en España?
Fuente: Andrew Snow para Houzz
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