Foto: Greg Habermann/Flickr
1 El material. La demanda de puertas se divide principalmente entre las puertas sintéticas y las de madera, ya sea natural o sintética. Sin embargo, las de madera son las más escogidas, ya que aportan calidez y estética. Así, dentro de las de madera podemos encontrarnos varios tipos, pero principalmente:
- Puertas macizas, que son mucho más robustas y pesadas y se suelen escoger para las puertas de entrada.
- Puertas huecas, que son mucho más ligeras ya que están recubiertas de chapa de madera y, por tanto, también son más baratas. Cubren una función por tanto meramente estética.
Por otro lado, también podemos tenerlas de dos tipos de maderas:
- Las de madera natural, cuyo mantenimiento y coste son mayores.
- Las de maderas sintéticas, como el enchapado con DM o el aglomerado, con prestaciones y acabados similares a la madera natural. Dentro de ello, el aglomerado aguanta peor la humedad.
Por último, podemos escoger también puertas lacadas. En este caso, debemos fijarnos en las capas que lleva (lo normal son 2 o 3), el gramaje, la cantidad de laca aplicada (que se mide en gr/m2) y el material sobre el que se aplica el lacado, para que, además de estética, sea resistente.
2 El grosor. Este dependerá de las necesidades de aislamiento que necesitemos.
3 El diseño y acabado. Podemos escoger diseños lisos, con molduras, con vidrio... Así, por ejemplo, una puerta blanca con cristal aporta muchísima luminosidad y es ideal para espacios pequeños.
Además, también tenemos otras opciones más originales como las que integran espejos, láminas 3D, pizarras...
Por otro lado, si elegimos una puerta de madera barnizada, esta será mucho más resistente y su mantenimiento y limpieza son más fáciles.
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