A veces es un poco complicado conciliar vida familiar y vida laboral, si eres una madre que trabaja desde casa. Ser tu propia jefa puede ser una forma de ganarte la vida de tal manera puedas disfrutar de tus hijos en sus primeros años de vida.
Trabajar desde casa es un privilegio que muchos anhelamos o soñamos, lo vemos como algo maravilloso, cómodo, sin desplazamientos matutinos, sin la sombra de nuestro jefe en la espalda. Además, estamos disponibles si nuestros hijos se enferman y necesitan estar en casa sin necesidad de ausentarnos del trabajo.
Para trabajar desde casa hay que saber organizarse muy bien. No basta con pensar en levantarse, sentarse en la mesa y empezar a teclear en nuestro ordenador o crear nuestros productos.
Lo primero es definir nuestros horarios de trabajo y cumplirlos. No hay que dejarse llevar por la pereza, ni dejar que el sueño nos venza. Más aún, en cuanto suena el despertador, ¡hay que levantarse! Tenemos que ser constantes, el hecho de no tener un jefe que controle cuando entramos o salimos no es excusa suficiente para dejar de ser responsables y eficientes en lo que hacemos.
El tiempo es oro, no podemos dejar que pequeñas distracciones nos hagan perder tiempo. Si son nuestros hijos los que necesitan nuestra atención, naturalmente acudiremos sin dudarlo. Sin embargo, debemos evitar visitas inesperadas que sepamos que se van a alargar demasiado. Tenemos que maximizar nuestra productividad, el comienzo es duro y tenemos que exprimir cada gota de tiempo en beneficio propio.
Muchas veces cuando estamos inmersas en nuestro trabajo, los niños demandan atención, algo así como: "Mamá estoy aquí y quiero que me hagas caso". Si nuestro trabajo es adecuado para ser compartido con ellos podemos invitarlos a colaborar: ellos aprenden algo nuevo, se sienten parte activa de nuestro negocio, entienden a que se dedica su madre y además pasan tiempo juntos.
Si te dedicas a vender manualidades por Internet puedes dejarles espacio a tu lado, darles materiales (que sean seguros para ellos) para que experimenten y mientras tú creas tus productos ellos desarrollan su creatividad bajo tu supervisión. O si por ejemplo tu trabajo tiene algo que ver con el diseño (gráfico, de interiores, complementos, joyas?) puedes darles una idea, dejarles una hoja en blanco, lápices de colores… ¡Quizás descubras que tienes en casa un futuro diseñador!
En ocasiones, hay que estar dispuestas a estar disponible las 24 horas del día. Si acabamos de empezar nuestro emprendimiento, siempre es positivo ofrecer un servicio excepcional (si nuestros clientes se sienten atendidos estarán contentos, si están contentos volverán y nos recomendarán a sus conocidos). Con el tiempo, y si las cosas van bien, podremos delegar esas tareas en terceras personas de confianza o incluso contratar a alguien y tener mayor libertad.
Afortunadamente, hoy en día es fácil estar siempre conectado gracias a las nuevas tecnologías, con una buena conexión a Internet y a las diferentes aplicaciones que hay para gestionar tus correos o tus chats en vivo, no dejarás desatendido a ninguno de tus compradores.
Mantén el lugar en el que trabajes ordenado, está demostrado que trabajar en un lugar limpio y luminoso ayuda a que tu estado de ánimo sea mejor y tu rendimiento aumente. Si utilizas la misma habitación para tus reuniones con amigos, para tus partidas de poker o para pasar tus ratos libres, no olvides ordenarlo todo antes de irte a dormir, así estará perfecto al día siguiente.
Hoy en día, emprender puede ser complicado y conlleva un riesgo que no todo el mundo está dispuesto a correr. Ser madre y emprendedora es doblemente complicado, pero es posible. Hay miles de mujeres que han recorrido este camino y han tenido éxito en sus negocios, no hay que tirar la toalla, hay que esforzarse mucho, pero merece la pena.