Siempre me gustó cambiar las cosas modernizándolas o incluso dándoles un aspecto envejecido.
Con el paso del tiempo reconozco que no todo quedó bien o no seguí el camino acertado, no todo lo “Vestí” con el traje adecuado, aunque en su momento sí me lo pareciera.
Entre los “tesoros” de mi casa hay 2 piezas tasadas en 300 años de antiguedad: Un arca tamaño baúl y otra más pequeña tamaño cofre.
La pequeña está desde hace muchos años en la estantería de mi dormitorio. Hace tiempo la cogí y decidí que estaba muy sosa y estropeada y que le iba a dar vida y alegría.
Me apetecía probar la técnica del troquelado. Esta te permite “quebrar” una pintura provocando que sea visible el segundo color que has puesto debajo.
Bueno, pues ahí estaba yo con mi gran dosis de vida y alegría y pinté mi arca de 300 años de dorado!! (incluido todo el interior y el cerrojo) y de azul troquelado!!!…Toma vida y alegría!!.
En su momento me encantó la idea y oye, para gustos los colores pero con el tiempo y gracias a mi trabajo con los muebles me he dado cuenta de que cada uno te pide un vestido y que no debes disfrazarlo.
Así que hace unos meses cogí mi arca disfrazada de cofre del Rey Melchor y me la llevé al taller. Así llegó..
Pues a decapar para sacar capas y capas de dorado.
Restauración arca de madera
El arca para tener la edad que tiene no estaba muy deteriorada. Sólo había que decapar, limpiar los metales del cerrojo y de los empalmes que hacen las veces de bisagras (en aquella época no existían) y tapar desperfectos y golpes con pasta de madera.
No fue un proceso demasiado largo. Con paciencia fue resurgiendo aquella arca que un antepasado trajo a la familia.
Lijar y llegó la hora de decidir el color del tinte. No quería cometer otra vez el mismo error y disfrazarla. Me gusta ser atrevida con los colores, no todos los muebles de madera tienen que ser marrones, pero en esta ocasión mi arca era una “señora muy mayor”, con arrugas e historia. Su “vestido” tenía que ser su propia piel, su propia madera, el color no podía esconder su aspecto. Tenía que resaltar por ella misma.
Me decidí por un tinte color pino-miel. Ya sabéis: Primero muy diluido en agua para ir probando el tono y luego añades más tinte a tu gusto o añades número de capas.
Luego encerar y pulir para sacar el brillo natural y listo.
Mi padre recuerda siempre haber visto esta arca en casa de sus abuelos, ellos decían que era de los suyos pero que estos también la habían heredado,…
Hoy cuando la miro, puedo ver toda esa herencia porque ya no tiene el disfraz de rey Melchor, luce como una espléndida señora de 300 años que tendrá mil historias que contar, que no esconde sus arrugas y que se viste acorde a su edad y estilo….no creo que yo llegué igual a su edad…yo estaré mejor aún!