En Sukhi (que significa “feliz” en nepalí) tú decides cómo quieres tu alfombra, la pides y es entonces cuando comienza el proceso de tejido a mano. Una elaboración así suena a que cuesta bastante dinero, pero os sorprenderá la relación calidad-precio… Y para bien! Esto es posible gracias a que trabajan directamente con los artesanos, sin intermediarios ni tiendas o almacenes físicos.
De entre la gran variedad que tenemos para elegir, podemos encontrar:
Alfombras de la India como las de fieltro recortado, de piedras o de nudos de lana:
Alfombras de Nepal hechas con bolas de fieltro (insisto, cosidas una a una…):
Alfombras patchwork de Turquía (se consiguen cosiendo diferentes trozos de alfombra):
Y, por supuesto, las que harán las delicias de todos los cazadores de tendencias decorativas, las alfombras Beni Ouarain de Marruecos:
Que levante la mano quien no quiera una!! Mi mano, desde luego, no será una de las que se levante, y es que las alfombras Bereber, además de ser bonitas a más no poder, están hechas para que duren generaciones. Ideales para quienes quieran hacer una buena inversión.
Todas ellas con las mejores calidades y un gran trabajo lleno de tradición e historia detrás. Además, por si fuera poco, estas alfombras no sólo os van a enamorar por su exclusividad, calidad, estética o practicidad (que también), si no que os gustarán más aún sabiendo que su elaboración proporciona un trabajo digno a mujeres y hombres en los países en los que son fabricadas. Aquí os dejo un ejemplo:
¿Conocíais Sukhi?
¿Cuál de sus alfombras os gusta más?
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