Dicho así, no me extraña que hayas retrasado todo lo posible este momento. Por eso, hoy voy a darte algunos consejos para que no demores más esta tarea que tan pesada te parece y la resuelvas en un periquete.
Sigue leyendo y haz el cambio de armario sin mucho esfuerzo. La clave está en ir al grano y seguir un plan bien definido. Así lo harás más rápido y trabajarás mucho menos.
Con estos trucos, cambiar tu armario será coser y cantar
Comienza por fijar un día en el que tengas tiempo y estés tranquila. Como todas las tareas grandes que hay que hacer en casa, lo mejor es empezar y terminar el mismo día. Si dejamos el trabajo a la mitad, después nos resultará mucho más pesado retomarlo.
Sacar y guardar toda la ropa de verano
Revisa las prendas para que estén limpias a la hora de guardarlas. Si alguna no lo está del todo o tiene alguna mancha que había pasado desapercibida, ponla en el cesto de la ropa sucia. Nunca guardes una prenda que no esté totalmente limpia.
Clasifica la ropa de verano y guárdala. Puedes usar cajas de plástico transparente con tapa. Pon una pegatina que ponga lo que contiene y no se te despistará nada.
Puede ser que utilices para guardar la ropa de verano, las mismas cajas en la que ahora tienes la ropa de otoño e invierno. En ese caso, saca todas estas prendas ( y déjalas aparte para clasificarlas y ordenarlas después) y guarda en las cajas la ropa de verano.
Limpia a fondo el armario
Ten a mano también la aspiradora, ya que te vendrá de perlas para quitar el polvo, sobre todo de los rincones más escondidos y los raíles (si tu armario es de puertas correderas). Pon en el tubo la boquilla más fina y quita el polvo del interior, incluidos los cajones. Después pasa la bayeta de microfibra húmeda y seca bien con un trapo limpio.
¿Está en buen estado?
Pon burletes en las puertas para evitar que entre el polvo y coloca algún producto antipolillas. Si te gusta que el armario esté bien perfumado, busca un ambientador específico que te guste.
Ya solo queda guardar y colocar
Coloca la ropa larga en su sitio y cuelga la ropa corta ordenada: los pantalones juntos, las camisas también, las chaquetas, etc. Después le toca el turno a la ropa doblada que va en las baldas y en los cajones. Revisa cada prenda y ordénalas.
Ya solo te queda organizar el zapatero y cambiar las sandalias y las chanclas por los zapatos de invierno y las botas. Mejor no guardes el calzado en sus cajas: te ocupa el triple. Si aún no tienes, instala algún sistema para ordenar los zapatos: baldas, colgadores, etc.
¡Listo! Tu armario perfecto y preparado para recibir al frío. ¿A que no ha sido tan difícil ni tan aburrido?