Estaba deseando mostraros el hotel donde nos alojamos en nuestro viaje
al pueblo azul de Chaouen (Marruecos) porque, como iréis viendo en las
numerosas fotografías que tomé (imposible resistirme), está lleno de
rincones y ambientes con verdadero encanto.
Hay una palabra, riad, que da nombre en Marruecos a este tipo de
establecimientos dedicados al alojamiento de huéspedes en casas solariegas
rehabilitadas, muchas de ellas por europeos establecidos en Marruecos o con
pensamiento de hacerlo tras la jubilación, como es el caso del hotelito que
nos ocupa: Casa Perleta.
Se trata de un español, gallego viviendo en Cataluña (de ahí el nombre
del riad), que decidió adquirir y reformar esta preciosa casa situada
en la medina de Chaouen y convertirla en un hotelito con encanto, un
best & breakfast atendido por personal autóctono: Riane, el gerente,
Ibtissame (exótico nombre el de nuestra encantadora recepcionista) e
Ismail, además de Asia y Fátima, encargadas de hacer los desayunos y
la limpieza del riad.
Los riads no son sólo una alternativa de alojamiento sino una forma de
aproximarse a la cultura marroquí y conocerla desde dentro, además de
disfrutar de un espacio y ambiente de sosiego.
En la recepción, con el fuego encendido en estas fechas, siempre hay
esperándonos un reconfortante té con hierbabuena y pastelitos.
Es frecuente encontrar allí a otros huéspedes de distintas nacionalidades
charlando y compartiendo la experiencia de su viaje, otro tanto a favor de
los riads para conocer gente interesante y practicar idiomas.
En los seis días que estuvimos, Javier y yo coincidimos con italianos, japoneses,
una pareja de españoles y, sobre todo, ingleses, con una media de edad en
la treintena.
Riane, gerente de éste y otro riad de Chaouen, tiene una empresa de
rehabilitación de edificios y me explicó detenidamente características de
la arquitectura árabe para hacer las casas más habitables y acogedoras.
Refresqué algunos conocimientos de arte y arquitectura árabe que adquirí
durante mi carrera pero hubo detalles que desconocía y me sorprendieron
gratamente.
Es sabido que las viviendas árabes giran en torno a un patio interior con fuente
lleno de macetas y preciosas plantas, pues bien, los arcos que dan acceso a ese
patio, además de la forma de herradura característica, tienen un canal central,
una hendidura que impide al viento exterior penetrar en un tanto por ciento
importante al interior de la vivienda.
Los techos de la casa están cubiertos de fragante madera de cedro bellamente
decorada dejando, además, un espacio de aislamiento que se rellena de flores
secas para regular la humedad ambiental.
Son algunas de las curiosidades que me contaba Riane, pero además Casa
Perleta tiene calefacción y aire acondicionado pues el clima es de tipo
continental, como en España, con temperaturas y precipitaciones propias
de un lugar de sierra al estar Chaouen situado en las estribaciones de las
montañas del Rif.
Cuenta también con wi-fi en todo el hotel.
Antes de mostraros las distintas estancias y ambientes os quiero hablar del
desayuno, un auténtico momento de disfrute de comida local con productos
totalmente orgánicos: zumo natural de naranja de temporada (los naranjos
estaban en su esplendor llenos de frutos por todas partes), dátiles frescos por
estar también de temporada, aceitunas, un exquisito queso fresco de cabra
característico de la zona, mantequilla y mermelada casera, pan recién hecho y,
según el día, huevos de gallina recién puestos (tortilla, revueltos o fritos) o
porras que aquí eran redondas y con la masa más ligera.
Servido en la preciosa galería techada de la azotea, el desayuno se convirtió en
uno de mis momentos preferidos del día y frecuentemente coincidimos con otros
huéspedes como esta agradable pareja inglesa.
Encantadora la cocina de Casa Perleta, donde Asia y Fátima preparan los
riquísimos desayunos.
Es hora de iniciar un tour por las distintas estancias de nuestro riad.
Casa Perleta cuenta con ocho habitaciones y una capacidad total de veinte
personas.
El edificio tiene tres plantas dispuestas alrededor de un patio interior.
En la planta baja, además del patio, la recepción y un aseo, existen dos
habitaciones (H1 y H2) que fueron las únicas de las que no tomé fotografías.
Dos galerías distribuyen las estancias en la planta baja y la primera.
Esta última acoge cuatro habitaciones, entre ella la que ocupamos nosotros.
Nuestra habitación, la número cuatro, cuenta con doble espacio separado
por un precioso arco de herradura polilobulado que separa la zona de la
cama de un saloncito con sofá.
A la hora de reservar estaban ocupados los dos cuartos con camas individuales
y a la vista de las fotografías de la web del hotel esta fue la que más me
gustó, aunque todas las estancias tienen un encanto especial.
Los artesonados de techos llamaron mi atención especialmente. Sobre las
camas siempre una estructura tipo puerta, preciosamente decorada, que no
sé si en la cultura árabe u oriental tendrá algún significado o es un elemento
meramente decorativo.
La ventana de nuestro cuarto da a la calle y es espectacular ver los cambios
de luz que por ella entra.
El cuarto de baño de nuestro dormitorio, como los restantes, muestra
una arquitectura típicamente marroquí.
Una ducha de tamaño gigante, el lavabo sobre una estructura con hueco que
yo creo debía de utilizarse antiguamente para calentar el agua del lavamanos.
Las baldosas hidráulicas con bellos colores y/o dibujos y ese acabado de las
paredes y techo, como una especie de estuco bruñido, con sinuosas formas
acabadas a mano y una hornacina para los jabones...
Un pequeño hamman particular.
Al lado de nuestro cuarto, la habitación H3 cuenta con cama doble y un
altillo con otra cama doble.
En este cuarto la ventana da al patio y la puerta es un arco de herradura con un
portón azul Chaouen precioso que podéis ver en una de las anteriores imágenes
de la galería de esta planta.
Magnífico el baño, nuevamente.
La habitación H5 tiene cama doble y sofá, con dos ventanas al patio y
originales hornacinas en la pared del cabecero.
En la fotografía que tomé de su baño puede verse ese hueco bajo el lavabo
del que os hablaba.
Todavía en la primera planta otra habitación, la H6, que dispone de tres camas
individuales y un artesonado con lámpara impresionante.
En la segunda planta del edificio se encuentran dos habitaciones más y la
terraza.
El dormitorio H7, con cama doble, es el más pequeño de toda la casa pero
con igual encanto y con cuarto de baño incorporado como las restantes.
La última de las habitaciones, H8, es una suite con cama doble y amplio
salón donde pueden dormir dos personas más.
Ocupa una construcción con cubierta a dos aguas que, desde fuera, parece
una casita independiente.
El artesonado es magnífico aprovechando la cubierta a dos aguas y cuenta
con cortinas para otorgar más intimidad a la zona del dormitorio.
Una suite digna de un cuento de Las mil y una noches, ¿no os parece?.
Y llegamos al espacio que más me impacto de este encantador hotel: la gran
azotea pintada totalmente en azules, llena de plantas y con una preciosa
decoración que la convierten en un auténtico chill out.
Aunque nos llovió los dos primeros días, se trataba de una lluvia fina e
intermitente y las temperaturas fueron suaves a pesar de ser enero, unos
18 a 20 grados durante el día, por lo que pudimos disfrutar plenamente
de este maravilloso espacio.
No quise perderme ningún rincón del hotel y me dieron plena libertad para
descubrirlo y fotografiar por lo que incluso subí a una pequeña tercera planta
que acogía un lavadero/tendedero.
Incluso la construcción para acoger las lavadoras y un tendedero
cubierto estaba preciosamente decorada, fijaos en sus techos.
Ver y oler la ropa de hogar tendida con el aire puro de las montañas del
fondo fue una autentica gozada.
Las vistas de la ciudad de Chaouen desde la terraza de Casa Perleta son
magníficas.
En la imagen de arriba destacan la Alcazaba y la Mezquita grande con sus
colores tierra y en la de abajo dos preciosos minaretes blancos y azules
entre tejados.
Una visión panorámica que permite ver toda la ciudad, las montañas y el
valle de esta preciosa tierra.
Nuestro viaje ha sido una experiencia maravillosa y la elección de Casa Perleta
para hospedarnos totalmente recomendable.
Aún quedan varios fantásticos lugares de Chaouen que quiero compartir con
vosotros, especialmente las cascadas de Akchour, un espacio mágico en el
que sentí una conexión con el entorno y una calma como nunca antes, a
pesar incluso de las dificultades y la aventura que supuso llegar hasta allí.
Os lo cuento en una próxima entrega ;-)