¿Qué son y cómo funcionan?
Las calderas de condensación aprovechan la energía latente del vapor de agua. ¿Cómo? El agua se calienta a una temperatura máxima de 60º-70º, mientras que una caldera normal va a calentar el agua hasta los 90º. Por su parte, los gases que emiten están a una temperatura mucho menor, y estos son reutilizados, para alcanzar así un rendimiento hasta un 109% mayor.
De este modo, el funcionamiento de la caldera de condensación se basa en el transporte del calor que genera a través de dos medios:
1. Los radiadores.
2. Suelo radiante, que traslada el calor a través de tubos situados debajo del suelo, por lo que la distribución por todo el hogar es más homogénea.
¿Qué ventajas tienen este tipo de calderas?
1. En primer lugar, las calderas de condensación pueden contribuir a un ahorro de hasta el 35% con respecto a las tradicionales, debido a su capacidad para regular la temperatura en función de la demanda energética de la vivienda.
2. Se pueden emplear tanto en viviendas individuales, en pisos como en sistemas de calefacción central para un edificio entero.
3. Son muy silenciosas y su mantenimiento es muy sencillo.
4. Se trata de aparatos respetuosos con el medio, ya que los gases que emiten son menos contaminantes.
5. Su sistema de combustión emite menos CO2. Tienen un gran rendimiento y consumen menos combustible.
6. Al tener este tipo de ventajas, su instalación suele recibir subvenciones por parte del Estado para sustituir las tradicionales por calderas de condensación. De hecho, desde 2015 en España es obligatorio fabricar y distribuir exclusivamente este tipo de modelos, pues han sido denominadas las calderas más eficientes del mercado.
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