Puesto que no conseguimos resistirnos a la espera y que, probablemente, jamás tendremos a disposición una cantidad de dinero semejante, hemos decidido imaginar una vida al ras del agua. Y esto es lo que hemos visto…
Imagínate vivir en el medio del mar, aislado en la paz más paradisíaca. Te despiertas y abres los ojos en el océano, afuera ya hay una ligera brisa que refresca tu eterno verano. Desayunas en la estupenda piscina fuera de la casa, para el almuerzo eliges entrar y hacer una comida ligera frente a la pantalla gigante. Necesitas conocer las noticias que llegan del mundo, ese que está afuera, a kilómetros de distancia de donde te encuentras.
De vez en cuando una lancha se acerca a la casa y trae consigo un grupo de amigos que no ves desde hace algún tiempo. Se quedarán por unos diez días, pero no importa, porque perdido en ese espejo de agua cristalina has aprendido a valorar tanto la compañía como la soledad. Transcurridos esos diez días, de hecho, estarás de nuevo solo contigo mismo y el arrullo calmo de las olas.
Está anocheciendo, pero esperas unos minutos antes de entrar, es demasiado hermosa esta quietud que te acompaña en la noche. A lo lejos todavía se oye el salto de un delfín, mientras la oscuridad avanza suavemente. Tal vez, ya es hora de bajar a la espléndida zona por debajo del nivel del agua, donde te esperan dormitorios de matrimonio que se reflejan directamente en el fondo del mar.
Antes de cerrar los ojos, decides realizar un último baño. Pero esta vez no será el agua de mar ni la piscina a relajar tus músculos y tu mente, sino la de una pequeña bañera. Aquí encontrarás de nuevo el mar, los pensamientos que induce, su dulce música y las notas que siempre tienes dentro.
¿Te lo imaginas?
* Artículo realizado en colaboración con Colombini Casa, desde hace más de 50 años acompañando a quienes desean decorar su hogar con todo el estilo del Made in Italy.