Seguramente tengas en tu casa algún mueble con rayones, golpes o sillas hundidas. No te pierdas estos tips asombrosamente sencillos para darles una nueva vida a tus muebles viejos. ¡Cuidado: no le cuentes a los especialistas que revelamos sus secretos!
1. Resucitá tus muebles de mimbre
Limpiar los muebles de mimbre es todo un desafío, pero no por ello debés contratar a un profesional.
Limpiá el entramado con una aspiradora con un cepillo accesorio para acceder a la suciedad más difícil.
Limpiá el mimbre con un trapito con thinner: probá con un poco en un área que no se note (para confirmar que no afecta la terminación) y luego quitá las manchas más difíciles frotándolas con una franela humedecida con esta sustancia.
Para que el mimbre recobre su brillo, aplicá cera para muebles con un trapo limpio.
2. Reforzá el asiento hundido de una silla
Como cualquier artesano experimentado, los restauradores de muebles tienen su repertorio de trucos. Éste te permitirá ahorrar la próxima vez que el asiento de tu silla de mimbre se hunda: primero verificá que esté hecha de materiales naturales (junco o alguna corteza) y no de mimbre sintético. Dala vuelta y mojá 1 ó 2 minutos la parte inferior del asiento con una esponja humedecida en agua tibia. Una vez que esa área esté remojada (la parte superior debe permanecer seca), enderezá la silla. Cuando se seque, el asiento quedará más firme.
3. Repará las sillas con asientos de mimbre rotos
Si tenés una silla con asiento de mimbre, seguramente ya sabés que éste tiende a romperse adelante, donde las piernas rozan. Para arreglar esto rápido, esparcí un poco de pegamento debajo de las varillas rasgadas y, para mantenerlas en su lugar, sujetalas con cinta adhesiva. Cuando el pegamento seque, quitá la cinta y nadie advertirá que el mimbre está roto.
4. Escondé los rayones de los muebles de madera
A los lustradores de muebles no les gustará que te demos uno de los muchos y más económicos remedios para esconder los rayones de los mismos. Si lo seguís, te ahorrarás miles de pesos. Date una vuelta por la ferretería y comprá pomada para zapatos o un lápiz rotulador del color del mueble (en algunos negocios venden unos especiales para la madera). Aplicá uno u otro y ¡listo! El rayón habrá desaparecido y tu dinero seguirá debajo del colchón.
5. Seguí la regla de oro para los muebles antiguos
Evitá alterar la construcción y la terminación original de tus antigüedades; al hacerlo, podrías reducir drásticamente su valor. Es preferible que una silla esté un poco floja o chirriante o que la laca de una mesa esté un poco agrietada.
6. No protejas las antigüedades caras con productos igual de caros
Pese a lo que afirmen los fabricantes de pulidores para muebles, no se requieren sustancias costosas para limpiar y proteger los baúles, escritorios, mesas y sillas de madera, incluso si son tus posesiones más valiosas. De hecho, esos productos a veces hacen más mal que bien. Algunos rociadores contienen aditivos que nunca se podrán quitar. Con el tiempo se mezclan químicamente y se vuelven indisolubles. Muchos ni siquiera se secan por completo, por lo que atraen la mugre y oscurecen el brillo. Esto disminuye el valor del mueble. Se sugiere una simple combinación de cuidados preventivos y de limpieza:
Protegé la madera de la humedad. Usá portavasos, limpiá cualquier líquido que se derrame y no la laves con agua.
Sacudila con un trapo suave y seco.
Aplicá una vez al año una cera especial para muebles, pero sólo si el acabado está intacto. La cera, que lo protege sin penetrar en la madera, evita que el polvo se adhiera a la superficie de la misma forma en que la cera para autos hace que el agua se deslice. Elegí una cera del color de la madera (por ejemplo, un tono claro para el pino y uno oscuro para el nogal). Si el acabado está astillado o desgastado, entonces no la enceres.
7. Repará las abolladuras de la madera con vapor
Algunas veces las abolladuras en una superficie de madera se pueden reparar hinchando las fibras con humedad y calor, para que retomen su tamaño normal. Con un alfiler, agujereá varias veces el barniz de la terminación de la parte afectada, de forma tal que la humedad penetre en la madera. Cubrí la abolladura con un trapo mojado y colocá encima la tapa de una botella de metal para esparcir el calor. Calentá con una plancha para ropa a alta temperatura durante algunos minutos. Hacelo con cuidado para no quemar el acabado. Después, cuando la madera esté completamente seca, cubrí los agujeros con una capa gruesa de barniz.